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por ROBERTO LUIS JARAMILLO // Si quieren saber cómo cambió y engordó mi figura, miren un retrato que se me hizo en tiempos de la preguerra. Observen cómo estaba poblada mi ciudad quebrada arriba y quebrada abajo. No digo mucho de los solares húmedos cercanos al río, o de las malolientes orillas del zanjón de Guanteros. Allá, en aquellos zancuderos, un rico minero compró todos los solares y armó una hacienda provisional llamada Guayaquil, un feo y grande lote de engorde. Miren nada más y se darán cuenta de hacia dónde apuntaba mi crecimiento.

Juangui Romero

por JUAN DIEGO PARRA // Nombres de bandas, rutas y tránsitos de Medellín constituyen una cartografía emocional donde residen, en capas variables del tiempo, los recuerdos de una generación que vio de frente al terror y logró almacenarlo en registros sonoros.

por SIMÓN MURILLO MELO // Medellín se construyó no sobre lo que hoy llamamos el río Medellín, sino sobre la quebrada Santa Elena. El río durante buena parte de nuestra historia corrió libre alimentado por más afluentes que los que hay en todo Portugal. No sabemos casi nada de ese valle: mucho se perdió.

por RICARDO ARICAPA // Entonces a su itinerario le agregó recorridos por los bares de Guayaquil y La Bayadera, y los burdeles que quedaban al norte de la ciudad, a donde iba por las tardes, cuando el tranvía no presentaba tanta congestión y las mujeres estaban en tiempo muerto, podían atenderlo.

por JUAN FERNANDO RAMÍREZ ARANGO // Desde octubre de 2022, un rumor de canibalismo en Medellín ha campeado por las calles y las redes sociales. Ese rumor, hasta ahora, no ha sido confirmado, y las autoridades tampoco han recibido denuncias al respecto. Lo cual no significa que Medellín haya estado exenta de canibalismo: este artículo, por ejemplo, es la reconstrucción del caso más legendario y mejor documentado.

por JUAN FERNANDO RAMÍREZ ARANGO // En el imaginario colectivo, el Palacio estaba marcado por la tragedia desde que, en 1951, un ciudadano alemán se lanzó al vacío desde una de sus torres, “ejemplo que muchos fueron siguiendo con el tiempo”, convirtiendo al quinto piso del Palacio en el epicentro de los suicidios de Medellín, con más de sesenta casos registrados hasta 1990.

por ROBERTO LUIS JARAMILLO // Yo, Medellín, tuve una gestación anormal. No nací como muchas ciudades y pueblos, no fui fundada, y por eso no existe acta o documento oficial que diga que nací. Yo era un valle interandino, aluvial, muy distinto de otros conocidos. Los indígenas o naturales de mi seno, agricultores, cazadores, textileros y salineros, me llamaban Aburrá.

por JUAN LUIS MEJÍA //
Vivo con nostalgia de carnaval. Pero no es una nostalgia individual. Es la ausencia de la alegría colectiva de la sociedad de la cual provengo que, un buen día, decidió vivir en una especie de cuaresma perpetua (con todo lo que ello significa). Voy a tratar de explicarles el triple salto mortal que me ha llevado de la indiferencia y —por qué no— del reproche a la nostalgia del carnaval.