Número 136 // Septiembre 2023

Lo que quiero decir

Por MARIO CÁRDENAS

Sé que nadie recuerda mi nombre y sé que nadie recuerda cómo llegué aquí, a este lugar que no es una calle y tampoco es una ciudad, que es apenas un recuerdo de otra cosa. Fíjense, pasen sus ojos por todo lo que hay a mi alrededor, todo lo que hay ahí, en esos ojos que ven y no ven porque están mirando a otros lados, esos pedazos de cabezas que vienen moviéndose a mi lado como una gran bola de recuerdos.

Cuando les digo que sé que nadie recuerda mi nombre y sé que nadie sabe cómo llegué aquí, lo digo con como una vacilación y una forma de presentarme. Algunos sí recuerdan mi nombre y algunos recordarán cómo llegué aquí. La idea fue de ese director al que se le ocurrió sacar una muñeca para regalarles un bello recuerdo a los productores, un detalle inolvidable para amigos y cercanos. Él siempre cuenta que la idea se le ocurrió cuando estaba sentado en mi casa viendo el movimiento de las aguas del océano Pacífico reventarse contra las piedras, con la vista perdida, arropado por los árboles y la brisa, en una tarde de esas, alejado entre senderos, se le ocurrió, como ya lo había hecho con su Robocop y con su Douglas Quaid, tener algo para regalar, en mi caso una muñeca, la Barbie rubia escritora del océano Pacífico: la brillante y audaz Catherine Tramell. Sí, es que también hay escritoras blancas del Pacífico, porque son muchos los océanos pacíficos. ¿Me recuerdan ahora? Debe ser por el vestido blanco que es lo que muchos recuerdan de la película. Ese lo perdí hace un tiempo. Lo que deberían recordar es el picahielo. Tampoco eso, sino mis libros, nadie habla de mis libros. Pero, ¿cómo voy a ser la Barbie rubia escritora del océano Pacífico si, en vez de venir con sus libros, perdón, mis libros, traía un picahielo encerrado en el blíster?

Esa soy yo, la que desde el principio supo todo aquello que no era, y de lo que era incapaz y que le llevó algunos años descubrir quién era.