Número 143 // Marzo 2025

La voz de lo que ya no está

por CATALINA ARROYAVE
Fotografías: Juan Fernando Ospina

“Llegamos un poco tarde. Les pido disculpas. Pasé todo el día canalizando la mente del río Amazonas”. Patti Smith está sentada con sus dos trenzas de pelo blanco, un traje negro y unas botas de cuero oscuro frente a un público pequeño que se esfuerza por contener la emoción de tenerla cerca. Yo no parpadeo. Mi ídolo de la juventud está en el mismo recinto que yo y me mira a los ojos. “Tal vez el río sea una ella, pero estoy bastante segura, por la manera en la que me estaba hablando, de que es un él. Me dijo algunas cosas graciosas”. La gente que asiste a la rueda de prensa se ríe. Muchos tienen el libro Just Kids entre las manos con la esperanza de que Patti se los firme después de la conversación, otros, el vinilo de Horses o un póster con las fotos de ella junto a Robert Mapplethorpe en los años setenta posando en el Hotel Chelsea de Nueva York. Yo no llevé nada. Me dejé obnubilar por los nervios. Patti, lejos de la conmoción de todos los que la vemos, está concentrada únicamente en contarnos lo que la voz del río Amazonas le dijo.

Patti Smith tiene 78 años y vino a Medellín a acompañar la exhibición del proyecto que desarrolla hace diez años con Soundwalk Collective en distintas ciudades del mundo: Correspondences. Una conversación entre ella y Stephan Crasneanscki, artista sonoro y músico, que ha colaborado con artistas como Jean Luc Godard, Charlotte Gainsbourg y Nan Goldin, entre muchos otros. La obra que hacen juntos se mueve entre el performance, la exhibición museográfica, la colección de objetos, el álbum musical y la travesía interdimensional.

Después de las disculpas, Patti nos explica que llegaron al río Amazonas porque para la exposición de Correspondences, exhibida en el Museo de Arte Moderno de Medellín, ella y Stephan quisieron hacer una pieza única que dialogara con la ciudad y con el país. Eso hacen en cada lugar al que llevan la obra. Expanden el diálogo con ese sitio específico y tratan de que el espacio nutra la conversación. Así que Stephan tomó sus equipos de captura de sonido y vino a Medellín hace algunos meses a buscar los materiales que usarían para alimentar su correspondencia con Colombia.

Inicialmente, Stephan tenía la idea de grabar los delfines rosados del Amazonas y llevarle a Patti sus sonidos, replicando la lógica de lo que han hecho en sus colaboraciones anteriores. Stephan viaja físicamente a lugares en los que recoge materiales sonoros y a veces imágenes y objetos, que luego le lleva a Patti para que ella componga textos o canciones en el estudio. Patti dice que en este momento de su vida no puede emprender viajes difíciles, así que él es el viajero físico y ella la viajera mental.

“Haciendo grabaciones de sonido para películas, a menudo me imaginaba paisajes invisibles, un lugar al que iba sin abrir los ojos (…) Entonces lo que hago ahora es que dejo el micrófono grabando, y eso es lo que le llevo al estudio a Patti. Hay una primera capa que son sonidos, pero debajo de esa capa hay memorias enterradas y me gusta creer que Patti está caminando en estos paisajes invisibles y despertando esas memorias”, cuenta Stephan. Buscándolos ha ido a Chernóbil, a Grecia, a México, a India, y ahora la brújula apuntó hacia Colombia.

“No conseguí a los delfines rosados, nunca vinieron, nunca los escuchamos. Pero capturamos el sonido del agua porque estaba lloviendo copiosamente cuando fuimos ahí, y de repente el sonido de la lluvia golpeando el agua del río, capturado por mi micrófono que estaba debajo del agua, se escuchaba como un nuevo sonido, como el sonido de un tambor. Y fue obvio en ese momento que lo que estaba buscando no era el sonido de un delfín rosado sino el sonido del agua cayendo”. Stephan vive el proceso de recolectar voces y sonidos de hojas, piedras o del viento en un sitio como un camino al asombro. Sabiendo que casi nunca va a recibir lo que fue a buscar, pero que eso que aparece es lo que está esperando por él. Lo asume como una responsabilidad vital de la que depende la ofrenda que luego le llevará a Patti para que ella descifre el misterio.

Tomo fuerzas para levantar la mano y preguntarle a Patti qué hace cuando ya tiene los materiales con ella. Cómo puede viajar a esos lugares y canalizar los espíritus que están ahí. Se lo pregunto queriendo entender en el fondo de dónde viene su poder, cómo hace para tener un cuerpo más grande que su cuerpo y una voz que parece integrar las de otros. “Cuando estamos en el estudio yo tengo la mente de Stephan, sus viajes, sus sonidos, mis propios estudios, mi propia imaginación y así improviso. Escucho solamente sus paisajes sonoros. Y llega a mí”. Patti dice que no es tan buena escuchando porque tiene mucha energía, pero para hacer este proceso da un paso atrás y se concentra. “Es lo mismo con los muertos. Si hago lo mismo puedo escuchar la voz de mi madre o mi hermano. Incluso puedo escuchar a mi perro”.

Patti habla con soltura sobre los mundos invisibles por los que transita. Los lugares a los que viaja con la imaginación, mientras sueña despierta en su escritorio o escucha las voces de los que ya no están aquí. Siempre me impresionó en sus textos y en su música esa bravura para aceptar el duelo y hacerle frente a la vida como una celebración. “He tenido muchas pérdidas en mi vida. Perdí a mi esposo, a mi hermano, a mis mejores amigos por el sida, a mis padres. Pero yo creo que mi gente está conmigo. Los siento conmigo. Caminan conmigo. Y por supuesto los extraño, físicamente. Pero creo en eso y esa idea me sostiene”. No solo encuentra fortaleza en la tribu que la acompaña, también en el trabajo. Patti dice que lo que la ha ayudado a soportar el horror a lo largo de la vida es concentrarse en hacer. “Podría pensar en mil cosas terribles en este momento. En mi propio país, en lo que el gobierno de mi país está haciendo. Pero en este momento estoy concentrada en canalizar el río y estar aquí, hablando con ustedes”.

Stephan, además de traer el sonido de la lluvia cayendo sobre el río, trajo del Amazonas un rollo de papel acuarela de 9 por 1.20 metros que había llevado a la selva desde París. No sabía bien qué iba a hacer con él y terminó encontrando a una mujer experta en elaborar pigmentos con las hojas machacadas de los árboles, y con esos pigmentos creó la voz gráfica del río. Ese rollo llegó a las manos de Patti. “Ellos me trajeron este largo pedazo de papel con este mapa rojo como sangre y yo hice la parte sencilla. Mi parte es escribir. Pensé: tengo que canalizar la voz del gran río Amazonas. ¿Qué me va a decir?”.

***

El pedazo de papel acuarela con el gran dibujo del río rojo y el poema que Patti escribió con su caligrafía en la orilla, cuelga de una de las paredes del Museo de Arte Moderno de Medellín. Después de la rueda de prensa, Patti y Stephan hacen un recorrido por la exhibición museográfica de Correspondences.

Más de cien personas caminamos siguiéndolos. Ambos se mueven con gracia por el salón del museo, todos envueltos en la grabación de la voz rugosa de Patti que recita los poemas que ha escrito para la obra, y que acompañan las imágenes creadas por ambos o seleccionadas de archivos cinematográficos para completar el relato sonoro. Las pantallas se oponen entre sí creando una especie de laberinto desordenado que ellos quieren que cada uno recorra a su manera, para que el azar le dé a cada espectador una composición distinta entre las imágenes y los sonidos. En las pantallas enormes hay imágenes de incendios que devoran bosques enteros, imágenes de filas de animales disecados, fragmentos de películas de Pasolini, de Abel Ferrara, de Tarkovski.

Mientras las grandes maquinarias de poder nos disparan la ansiedad con la velocidad ridícula de la información en internet, Patti y Stephan dedican su tiempo y su plataforma para decir lo importante, para hablar de las cosas que estamos destruyendo, de lo que ya perdimos como humanidad, para conectar con artistas que dieron su vida por la obra y llamar nuestra atención sobre estos asuntos.

Al fondo del salón del museo descansan tres rocas de material poroso que Stephan consiguió en Cerro Tusa para acompañar también la exposición. En cada roca hay tejidas varias crisálidas de mariposas que nacerán ahí en los próximos días. Patti y Stephan enfrentan la belleza de la vida que está a punto de nacer a la devastación, a los árboles quemados y los animales muertos que se repiten en las imágenes de las pantallas. La suma sacerdotisa de los que no tenemos dogmas se acerca con reverencia a las crisálidas iluminadas por un chorro de luz azul, y escribe con un marcador blanco debajo de una de las piedras: “Una mariposa está a punto de nacer”.

Este gesto me hace pensar en sus palabras de la tarde: “Sé que estamos en una crisis global, política y ambiental. Mucho del trabajo que hacemos trae eso al frente (…) Pero tengo esperanza (…) Si eres optimista vas a seguir creando. Vas a salir a marchar, vas a limpiar un río. Así que pienso que hay que introducir la esperanza en todo el trabajo que hacemos. Sería un crimen no hacerlo”.

Después del recorrido, las fotos con sus fans y la firma de varios libros y discos, Patti y Stephan abandonan la sala del museo. Se preparan para el performance de Correspondences en el que llevarán estas bandas sonoras y los poemas a una gran puesta en escena para el público de la ciudad. La gente los sigue, queriendo alargar el momento con ellos, y con la misma gracia con la que llegaron se alejan mientras la multitud los despide. Veo chicos que se abrazan entre ellos y personas emocionadas que se muestran la firma larga de Patti Smith en papeles y portadas de libros.

***

Me estremezco y escucho a mi vecina sollozar. Patti se deshace las dos trenzas blancas, parada sobre el escenario del Teatro Metropolitano de Medellín, mientras el sonido de un tambor enorme retumba en el pecho de los que estamos en las butacas rojas presenciando el performance de Correspondences. Manchas de colores flotan detrás de la figura de Patti que lee con su voz amplia el poema que escribió para Pasolini:

“Y él se abrió la camisa

Pues lo que más quería

Era extenderse de extremo a extremo

Y que lo absorbieran

Y su sangre sonaba

Y le zumbaban los oídos

Y le molestó –no poco–

Verse llorando

Y abrió los brazos desnudos

Delante del sol como un salvaje

Los extendió hacia el amanecer

Y el calor

Y se creyó capaz de todo”.

Patti invoca el coraje del corazón de Pasolini, cineasta asesinado por los fascistas de su tiempo y la lectura del poema es un rugido que parece el del mismo Pasolini antes de morir. El público viaja hipnotizado por los fragmentos de películas que pasan detrás de Patti en la pantalla, y el universo envolvente creado por los sonidos de Stephan y los músicos de la banda.

El performance de Correspondences está a punto de terminar. El público ha ido con ellos a recorrer paisajes glaciares, a conocer el dolor de Medea, a vivir en un templo en el que un forjador de campanas y un artista aceptan su destino.

Patti y Stephan reciben los aplausos y los gritos del público, conmovido por la verdad que se esconde ahí.

***

Una semana después del concierto que dieron en Medellín, Patti y Stephan van a repetir el performance de Correspondences en Sao Paulo. Ya lo hicieron en Chile y en Argentina. Leo en las redes sociales de Soundwalk Collective que Patti se desmayó en medio del concierto de la ciudad brasilera. Una migraña fuerte la atacó durante varios días y tuvo que salir del escenario para que un médico la atendiera de urgencia. Leo también que Patti regresó al escenario en una silla de ruedas y les pidió disculpas a los asistentes por interrumpir el show. “Desafortunadamente, me siento enferma, y el doctor dice que no puedo terminar, lo siento mucho, me siento muy mal”, le dijo al público paulista que gritaba: “No te preocupes, te amamos”.

Patti no se cansa, no actúa como una celebridad orgullosa del rock que ha llenado conciertos en todo el mundo, actúa como una artista que no quiere dejar de hacer su trabajo. “Me encantaría si algunas personas se comprometen con los temas que estamos tocando, o si algunos se sienten transportados, pero también me gusta si simplemente vienen y miran el trabajo y ellos escriben algo suyo. Me sentía igual cuando tocaba rock and roll. Yo no quería que la gente solo nos escuchara como si fuéramos dioses, yo quería que ellos se sintieran inspirados, que hicieran algo por ellos mismos”.

Los veo y me parece estar frente a una grieta del sistema. En un mundo narcisista, en el que cada uno está obsesionado con cómo se ve en redes sociales y las formas en las que el algoritmo juega con su vanidad, Patti y Stephan se portan como gente que tiene algo urgente para decir, un mensaje que es más grande que ellos, una alerta que no espera por autógrafos ni por números de views. Y ese poder que cargan por dentro no tiene paciencia, necesita decir lo urgente, aun si eso significa tocar los límites de su propia vida.

“Quisimos hacer una pieza sobre el desastre en Chernóbil, lo cual logramos, para dedicarla a todos los niños y niñas que desarrollaron cáncer pancreático debido a la radiación y que, tristemente, no pudieron vivir mucho tiempo. Quisimos que fueran recordados”, dice Patti. Stephan consiguió permisos especiales para ingresar al reactor nuclear y grabar su atmósfera, recorrió el bosque en el que hay frutas y flores radioactivas, y grabó pianos viejos que quedan como vestigio de lo que fue la ciudad en el pasado, cuando aún tenía las mejores escuelas de música de la Unión Soviética.

“Mi generación tenía sueños. Soñábamos que podíamos transformar el mundo con la paz, con el amor, con la comprensión, con la comunicación, con la música, con la revolución, con el sexo, con las drogas, con el rock and roll. ¡No se rindan señores! ¡Aún podemos lograrlo! ¡Todavía podemos levantarnos una vez más!”, grita Patti al final de uno de los conciertos que celebra los cuarenta años del lanzamiento de Horses, el disco más emblemático de su carrera. Y ese grito está también en Correspondences, acompañado por la voz de Stephan.

***

Varias semanas después de la venida de Patti a Medellín, visito de nuevo la exposición en el Museo. En el lugar todavía están las pantallas y varias mariposas ya han nacido. Veo unas plantas de flores moradas que pusieron al frente de las rocas para que las mariposas se alimenten. Recorro la sala escuchando a Patti y a Stephan. Escuchando también la voz de todo lo que ya no está aquí.

Me detengo frente al pedazo de papel acuarela con la serpiente rojiza de agua en el centro. El río Amazonas invocado por Patti y Stephan. Recuerdo su emoción al contarnos lo que le había dicho esa mañana, antes de la pequeña rueda de prensa que inició nuestro contacto. Su afán por estar presente para prestar su voz al río.

¿Cómo terminó Patti Smith, madrina del punk y poeta mística presentándose en Medellín?

Coda por Juan Fernando Ospina y Laura Almanza 

Por una conversación en el Centro Pompidou entre Stephan Crasneanscki (fundador de Soundwalk Collective) y Santiago Gardeazabal. Santiago es curador de arte. Va por el mundo visitando galerías, museos y escenarios; cuando ve algo muy bueno, artistas con una enorme necesidad de entender el mundo, piensa cómo traerlos a Suramérica. En París se encontró con la exposición de Patti y Soundwalk Collective en el Pompidou: EVIDENCE, un montaje sonoro y visual que recorría las obras de Arthur Rimbaud, Antonin Artaud y René Daumal. Autores que Santiago no solo conocía, sino que también lo habían atravesado con sus palabras y le habían cambiado la vida. Abordó a Stephan. Le contó que Artaud y Rimbaud y Daumal también eran sus amigos, que él era de Colombia y quería llevar su arte y el de Patti a Suramérica.

– ¿Y qué te dijo Stephan?

– “Como usted lo puede hacer posible, pues hagámoslo”. Y ya ahí yo empecé a mover cosas… no me quedó de otra, había que traerlos como fuera. Sucedió que la exposición del Pompidou ponía en escena una tierra tarahumara que ellos habían traído del desierto de México. A mí me pareció muy particular que hubiera que pagarles a los franceses por traer tierra mexicana a Colombia. Un poco en chiste le dije a Stephan: ¿por qué no falseamos esa tierra y la traemos de Villa de Leyva? Eso es del mismo color, qué pendejada. Ellos se cagaron de risa. Me respondieron que les parecía muy particular mi acercamiento a ese tema y que mejor le echáramos cabeza a ver qué tenía esa tierra de Villa de Leyva. Ni siquiera me propusieron una nueva exposición, sino que de una vez me empezaron a mandar material.

CORRESPONDENCES es una conversación ajena que, aunque se hace pública, sigue siendo íntima entre dos amigos: Patti y Stephan. Mientras ellos disparan ideas, a su lado hay un montón de artistas visuales y sonoros que apoyan todo el proceso creativo. Esa creatividad es un diálogo que parece no agotarse nunca porque se alimenta con cada persona que se une al proyecto y cada lugar crea sus propias correspondencias.

– Stephan es como un Indiana Jones del sonido. El man se va con su sombrero a explorar, y camine que yo quiero ir a mirar esas piedras de allí, y venga vamos a mirar qué hay por allá… en México llegó con una volquetada de piedras de obsidiana que encontró en una caneca al lado de una mina y se las llevó para el museo. Aparece con el material en bruto y a mirar qué hacemos con esta vaina. Y después llega Patti a ponerle las tildes al texto.

Todo va pasando en el momento. Para el montaje aquí en Colombia literalmente cogieron unas rocas de Cerro Tusa y les colgaron unas crisálidas de mariposas que encontraron en el Jardín Botánico, haciendo referencia a la levedad de la que habla Rimbaud en un poema. En algún momento de la exposición, nacieron. Resguardándose de un aguacero, encontraron unas máscaras de Tumaco que se estaban empolvando en un sótano del Museo de Antioquia. Terminaron colgadas en la exposición, mirándonos. Con Patti y Stephan la aleatoriedad cobra un sentido profundo, incluso mágico si se quiere.

Así mismo terminó este periódico haciendo parte de sus correspondencias. Una llamada tardera de Santiago  para que incluyéramos en nuestro número 142 que circuló en diciembre de 2024, el programa del performance con los poemas de Patti traducidos al español. Y así terminamos siendo mensajeros del trabajo de los productores de esta separata inolvidable, quienes la diseñaron, escribieron e imprimieron procurando que cada página alimentara la experiencia de CORRESPONDENCES. Aquí puede leerla.