Camila y Verónica (18 y 16 años)
—Vea profe, le voy a contar la de Paul. Él ya estuvo en la cárcel por estar con menor de edad. Nosotras lo conocemos, hemos parchado con él y nos ha tocado ver, estando allá, cómo recibe sus audiencias. Es de Chicago, de Estados Unidos.
—Se llama dizque Paul. El man vino, conoció a una niña y la niña le dijo que ella era mayor de edad. Él se la llevó a un viaje a Cartagena y la mamá denunció. Cuando volvieron, la policía le quitó el celular. Salió que ella era una proxeneta porque vendía a las amigas. El man quedó sin nada prácticamente.
—No tiene identificación.
—No tiene nada, pero está viviendo acá. Vive en un apartamento con jacuzzi al que van muchas peladas. A mí me llevó una amiguita. Queda en Itagüí.
—Él se refugia en su dolor. Nos dice que vive muy triste porque no puede volver y su mamá está muy viejita. Él acá está prácticamente solo, qué pesar.
—Y dice que no quiere estar con menores de edad, pero yo soy menor de edad y parcho allá. Otras amiguitas de él también son menores. El man es muy inconsciente, ¡tanto vicio que compra!
—¿A qué edad empezaste?
—Profe, la verdad, yo empecé como a los 13 años. Yo creo que uno se hace conocer en este mundo por las amigas que uno tenga. Pues, las que se hacen llamar amigas.
—Nosotras conocimos a un japonés. Él salía con nosotras. Yo le presenté muuuuuuchas amigas, y él me presentó otros extranjeros.
—Entonces, un ejemplo: si yo sé que mi hermanita se puede ganar la plata ahí (porque Camila y Verónica son primas, pero crecieron juntas en la misma casa, con la misma mamita que adoran), yo le hablo de ella, y el man luego va y la busca.
Alejandra (35 años)
La prostitución en sí es difícil. Dicen que es la vida fácil, pero es una vida muy difícil. Nadie se alcanza a imaginar lo difícil que es. Pero si uno tiene hijos y una responsabilidad, no se puede poner cansón. Lastimosamente hay que decirlo.
Me ha tocado ver desde el más rico, que uno dice que tiene mucha plata, tiene muchas formas de no estar aquí, ¿entonces qué hace aquí?, ¿qué hace buscando a la gente del bajo mundo? Muchas dicen que ellos vienen es a que los roben, a que les hagan daño. Pero en realidad vienen a contarle a uno sus perversidades. Yo me quedo aterrada. Cosas que uno nunca cree que van a existir, que ni yo, que he vivido en la calle toda la vida, sería capaz de decirle a otra persona. Tríos con travestis, con otra mujer, con otro hombre, orgías, fiestas swingers, fiestas con menores de edad… De pronto llegan y le dicen a uno: “Mira, vamos a jugar a que yo soy tu papá y tú eres mi hija, es un juego sádico para terminar en la cama. Entonces vas a recibir golpes como normalmente los recibe una niña”. Se supone que de eso se trata. Y son gente que uno dice, ¿en serio esta persona le pidió a uno eso? Gente que aparentemente tiene más estudios y más vida, a proponerme esas cosas a mí, una muchacha de calle, una persona que no conocen. Y tú no puedes decir ni hacer nada. Si tú necesitas la plata para el diario vivir, como es obvio, uno se tiene que quedar callado y hacer lo que el cliente dice.
A la mayoría de los clientes les gusta beber y les gusta consumir alucinógenos. Entonces en sí uno nunca va a estar libre de eso.
Después de que salen de su turismo, ellos van a buscarnos a nosotras como si nada. ¡Ya saben! Saben en dónde estamos y simplemente llegan: “Oye, yo querer una chica como tú. No cara, no costosa. Llévame a la plaza de vicio, llévame a conseguir droga, llévame a conseguir más chicas”. Sí, se supone que ellos son turistas y vienen a turistear, pero ellos mismos dicen que conocen a Medellín como la ciudad del vicio y las prostitutas baratas.
Blanca Pulgarín (12 años en 1917)
Folio cinco. 20 de enero de 1918. Juzgado Segundo Superior de Medellín. Se toma una ampliación de su primera declaración:
Hace aproximadamente año y medio que, estando mi madre reducida a la cama, me vi obligada a salir a la calle con una muchacha de nombre Clementina Henao. Alguna vez me propuso que fuera a la casa del doctor Llano. La primera vez que fui a la oficina de dicho doctor, este me propuso que me pasara a la pieza de su dormitorio, me acostó en una cama y abriéndome el traje, me introdujo su miembro por mis partes genitales. No hubo o no vi hemorragia, aunque sí sentí dolor en las caderas. Esa vez el doctor Llano me dio cincuenta pesos papel moneda. La Henao me aconsejaba que lo hiciera con el doctor, que era muy bueno y que ella lo iba a hacer también. Esto se repitió unas cinco veces.
Primero de febrero de 1918. Indagatoria del doctor Eduardo Isaza Llano:
—¿Conoce usted a Blanca Pulgarín y quiere decir desde hace cuánto tiempo?
—La conozco hace más o menos un año.
—¿Puede decir usted hasta qué punto ha llegado en las relaciones con la citada Pulgarín?
—A mi oficina iba con mucha frecuencia, siempre en compañía de otra niña, de unos 14 años de edad. Recuerdo que una vez me ofrecieron que si no les daba de a diez pesos decían que yo las había perdido. Por este hecho llamé al portero del edificio para que buscara un policía y las cogiera.
—¿Quiere decir el fin con el que iban a la oficina o consultorio las citadas Pulgarín y Henao?
—Las niñas iban siempre a pedir limosna, mandadas por su madre, pues tenían porte de mendigas, a juzgar por los talegos que con comida se les veía.
—¿Cómo explica usted que habiendo hecho retirar a la Henao y la Pulgarín, estas insistieran en volver a su consultorio?
—Con el mismo objeto de pedir limosna.
—¿Con qué frecuencia iba a su consultorio?
—Por ahí cada ocho días, los sábados, cuando era la hora de repartir limosna a los pobres.
Junio 28 de 1918. Fragmento de la conclusión del proceso:
Los autos no contienen otro dato concreto que el dicho de la ofendida, niña corrompida hasta el extremo, la cual se contradice en sus aseveraciones para culpar al sindicado. El Tribunal Superior, de acuerdo con la opinión del señor fiscal, confirma el sobreseimiento. Notifíquese y cúmplase.