¿Nueva admón. o vieja admón.?
Es paradójico que las primeras acciones de la segunda alcaldía de Federico Gutiérrez, al menos las que se hacen para promoción en redes, hayan sido la limpieza de muros, el rodillo con pintura gris para mostrar una ciudad limpia y segura. Paradójico ya que su antecesor fue conocido como Pinturita. Comenzamos, entonces, por las fachadas y una mirada bien restringida sobre movimientos culturales alrededor del grafiti. La alcaldía intenta definir qué es mugre y qué es arte en las paredes, un chicharrón difícil de resolver desde la Secretaría de Cultura. Todo es más sencillo desde la Secretaría de Seguridad.
Sentarse por segunda vez en la silla del piso doce de La Alpujarra tiene grandes ventajas. El oficio público, más que todos los demás, solo se aprende encandilado o cegado por las luces del poder. Pero Gutiérrez ha demostrado que no podrá ser muy distinto a sus manías, sus ideas y sus lealtades. Los políticos no son buenos para aprender o corregir. Genio y figura hasta la reelección. Su gabinete es calcado del que nombró hace ocho años, algunos de ellos son los mismos en distintas secretarías, otros tantos tienen casi toda su experiencia laboral bajo su mando y los nuevos son admiradores de su líder. Siempre hace falta un corrector de ideas y estilo al interior del gobierno y el alcalde no parece tenerlo.
Pero sigamos con las primeras promociones de la nueva administración. Luego de los muros vinieron los reflectores sobre los cambuches de los habitantes de calle. La Secretaría de Seguridad mostró como lucha contra la criminalidad recoger los tiestos de los habitantes de calle y montar a algunos a una camioneta de la policía. Gutiérrez y su secretario de vigilancia saben que ahí no está la criminalidad, y que la solución para esas zonas históricas de mala vida y fácil muerte es mucho más compleja que la requisa. Valdría la pena un poco de humanidad en una ciudad donde el año pasado fueron asesinados 49 habitantes de calle. Invocar la limpieza también tiene sus riesgos.
Hace unos años la policía encontró 46 cámaras de videovigilancia instaladas por los pillos en Bello. Casi compartían postes con las cámaras oficiales, se miraban las unas a las otras. Daniel Quintero montó sus robocops parlantes en su administración. Copió el modelo de una empresa gringa y los mandó a hacer en un taller en Yumbo, Valle. Fueron más robo que cops. Las cámaras de vigilancia se han convertido en una herramienta de curiosidad. Vemos los robos por las redes. Son más una advertencia a las posibles víctimas que una protección. Ahora seguro volverá el Ficóptero y la nueva temporada de cámaras. ¿Será que vuelve la aplicación Te Pillé? En el periodo 2016-2020 la administración de Federico Gutiérrez alentó a los ciudadanos a reportar robos y otros delitos compartiendo videos en tiempo real con la policía. Cada ciudadano con su bodycam. La distopía de una ciudad de vigilantes anónimos: la casa de los garosos. Pero no todo era vigilar y castigar, también estaba el papá de la campaña “Pórtate bien”. Algo así como, más le vale.
Pero las cosas serias están fuera de las calles. Las cárceles definen buena parte del comportamiento de la criminalidad en Medellín. Los doce duros en Itagüí están pendientes de las ofertas de la paz total. Y saben que el alcalde no es afecto a las negociaciones. Los contactos de su Gustavo Villegas, exsecretario de seguridad, con algunos miembros de La Oficina le han valido una reputación que no tiene sustento serio. Villegas fue condenado por abuso de función pública y abuso de autoridad. Sus contactos con jefes de bandas fueron más un alarde y una ingenuidad que una negociación. Pero la verdad es que Gutiérrez dio una guerra contra los poderes criminales en la ciudad y los mismos capos lo reconocen. Uno de los duros lo explicó hace unos meses en entrevista con Verdad Abierta: “Desde la Alcaldía de Federico Gutiérrez, empezamos a hacer unos acercamientos y eso se volvió una catástrofe con lo que ocurrió con Gustavo Villegas, entonces el alcalde decidió perseguirnos, no quiso sentarse a hablar ni sacar adelante un proyecto de paz, sino perseguirnos, entonces surgió un cartel de las recompensas”. Lo último fue el asesinato de Pichi Gordo y las peguntas por si volverá una época de venganzas. En lo llovido del año la ciudad tiene un trece por ciento menos de homicidios con respecto al mismo periodo del 2023. Y no parece visible un regreso a las épocas cruentas de la guerra entre Sebastián y Valenciano hace más de quince años. Es claro que en cuanto a seguridad lo más importante pasará en el detrás de cámaras.
Los primeros días han mostrado otras cosas preocupantes. La manía de los más buscados llevó a la administración a publicar un cartel con activistas feministas que quebraron vidrios de estaciones de Metroplús y rayaron otros bienes públicos. Una absoluta desproporción y un señalamiento consentido hasta por la Secretaría de las Mujeres. Una muestra del compromiso con la protección del vidrio y el señalamiento descabellado y peligroso a las personas. Gutiérrez, sabemos, es muy bueno para señalar. La del sheriff es su buena estrella.
También es grave la acusación de venganza política que ha emprendido contra quienes trabajaron en la administración de Quintero. Funcionarios y contratistas que han trabajado por años en la administración municipal y no tuvieron poder de decisión en la alcaldía pasada ahora son señalados. Esa cacería no ha permitido el inicio de muchos programas oficiales. Medellín necesita un gobierno alejado de la corrupción de cuatro años, no una purga politiquera.
Esta administración tiene grandes ventajas. Llega luego de los años funestos, cuando hacer las mínimas tareas públicas y no usar la caja menor para gustos de fin de semana ni la caja mayor para el beneficio personal son grandes logros. Federico Gutiérrez terminó su primera alcaldía con más del 85 por ciento de popularidad. El conformismo es su gran enemigo, el aplauso puede hacer que sus metas, ideas y obras sean las mismas. Que se conforme con pelear con la casa de Griselda como peleó con el edificio de Pablo. Esperemos que las canas de la carrera presidencial le hayan dejado algunas inquietudes para no sentirse tan sobrao. La creación de una Secretaría de Turismo, el intento de control a las rentas cortas, algo que necesita más voluntad que nuevas normas, el compromiso de mirar con seriedad el abuso sexual a niñas y adolescentes dan una noticia esperanzadora sobre posibles prioridades.
Hasta ahora Juan Gómez Martínez había sido el único alcalde repitente en Medellín. Gutiérrez es el segundo con una segunda oportunidad, esperamos que sea más abierto a las ideas diversas, menos afecto a la pantalla fácil y costosa de la propaganda, más concentrado en el tema de educación donde no lo hizo mal entre 2016 y 2020, que no sea innecesariamente combativo frente al gobierno Petro y que cambie su afán de jefe de cuadrante por uno más serio y efectivo. Un compás de espera para las segundas partes que nunca han sido buenas.