Una mujer sin miedo a elegir
Detrás de esta imagen publicitaria se esconde la historia de una mujer inusual, que combinó su pasión por la ciencia y la poesía con una postura feminista y valiente en sus acciones. Por eso es importante comenzar hablando de elegir, sabiendo que escoger un producto sobre otro es en parte una decisión política, que también lo es usar cierto tipo de ropa, impulsar ciertas ideas y decidir qué hacer con la vida… Todo eso lo tiene claro Olga Elena Mattei, porque ella —que nació en 1933 y aún está viva— nunca ha tenido miedo de elegir.
Tampoco ha tenido miedo de rebelarse, de tomar una ruta distinta a la que la sociedad esperaba, aunque eso implicara rupturas, y convertirse en ejemplo para muchas personas que desde su juventud vieron en ella a alguien fascinante y con una potencialidad enorme, entendiendo potencialidad como aquello que las personas pueden llegar a ser, lo que pueden alcanzar en diez, veinte, treinta o cincuenta años. Ese es quizá el aspecto más interesante de Olga Elena Mattei, los insospechados giros que tomó su vida, escogiendo ser fiel a sí misma y desviando una carrera que parecía segura en los medios y el modelaje para convertirse en quien quiso ser, una mujer dedicada a las artes.
Para llegar a esta decisión debemos hacer un flashback a sus tiempos de colegio, a los talentos que empezó a mostrar desde niña, cuando participaba en la redacción del periódico de su colegio y tomaba clases de danza para ser bailarina; volver a los días en que fue modelo y presentadora de televisión, para con valentía inclinarse hacia su faceta intelectual y decidirse a estudiar filosofía en una sociedad conservadora y machista en la que muchas veces se sintió estrecha, tanto que decidió irse de Colombia y radicarse en París. ¿Qué impacto tuvo haberse ido? La mentalidad cosmopolita, la confianza para actuar sin miedos, en un lugar en el que a pocos importaba quién era o qué hacía con su vida, el atrevimiento para seguir el palpitar que guiaba sus acciones, el espacio para escribir y alzar su voz, defendiendo sus creencias y su verdad, yendo muchas veces contra la corriente de su época.
¿Qué escribía? Antipoesía o poesía científica, que fue como denominó su especialidad. ¿Cómo llegó allí? Con una curiosidad enorme que la llevó a leer compulsivamente autores de física, bioquímica, astronomía, genética, neurofisiología, filosofía y grandes civilizaciones. Estas disciplinas fueron su inspiración en la búsqueda por entender la humanidad y su existencia, bajo la premisa de que “todas las áreas del conocimiento, del universo y de la vida, merecen ser llevadas a lo poético”, decía.
Hoy, cuando tiene casi noventa años y justo en un momento histórico en que consideramos que la poesía son ideas libres que pueden llevarnos hacia el conocimiento, queremos rendir homenaje a una mujer así, a Olga Elena Mattei, preguntándonos quién es ella y obteniendo la respuesta a través de sus versos, en el poema Escuchando al infinito:
“…una sombra blanca o una luz negra,
una nube de plasma,
un micrón de energía compacta o una difusa niebla
o una forma cualquiera sin substancia
y sin tránsito de tiempo…”.