Buscar las coordenadas
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Casi nadie encuentra los incentivos necesarios para dibujar con detalles el mapa criminal de nuestras ciudades. Nadie quiere publicar una guía negra que señale las esquinas temidas y las horas peligrosas. Ningún volante ofrece visitas guiadas a las calles de los atracos en Medellín o Bogotá. Si acaso circulan algunas advertencias y el voz a voz recomienda con los ojos abiertos, “es mejor que a esta hora no vaya por allá”.
Pero en las oficinas de los académicos trabaja el viejo ícono del investigador criminal: la lupa sobre las cifras que entrega la Dijin puede revelar horas pico y puntos calientes para el repaso de los secretarios de gobierno y los más especializados secretarios de seguridad. En enero de este año se publicó Un análisis de la criminalidad urbana en Colombia, escrito por los investigadores Daniel Mejía, Daniel Ortega y Karen Ortiz, con el apoyo de la Universidad de los Andes, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Desarrollo CAF. El estudio se concentra en cinco delitos cometidos en cuatro capitales colombianas. La idea es encontrar la hora y el lugar en el que se concentran el homicidio, las lesiones personales, el hurto a personas y de vehículos y el microtráfico, en Barranquilla, Bogotá, Cali y Medellín. Para ir encontrando la escala del mapa sirve saber que en esas ciudades vive el 30 por ciento de los colombianos y se cometieron el 31 por ciento de los homicidios en 2013. En la investigación, las ciudades se dividen en “segmentos de vía”, lo que uno llamaría cuadras. Medellín, por ejemplo, tiene 37.055 “segmentos de vía” que miden en promedio 62 metros. Y casi todo sucede en metros muy medidos, lo sabe la gente de Q’hubo y quienes pagan su transporte. Los 1.503 homicidios cometidos en Medellín entre enero de 2012 y diciembre de 2013 tuvieron como escenario el 3.2 por ciento de las cuadras que lista el estudio. La muerte tiene sus nichos. Bogotá es todavía más exclusiva, en el 1.2 por ciento de sus 137.117 calles se cometieron los homicidios de los mismos dos años.
Este editorial más que una postura es una promesa de visita y reseña que Universo Centro hace a sus lectores. Tendremos página roja sobre algunos de esos parches azarosos en Medellín. La policía divide en cuadrantes y los pillos cuadran la vuelta. Las cámaras en los postes giran con sus alardes y los noticieros abren con uno de los chuzados de la noche del sábado o la madrugada del domingo cuando suceden el 16 por ciento de los homicidios en las cuatro ciudades mencionadas.
Medellín muestra sus señales particulares. Aquí el hurto a vehículos y el microtráfico suman el 70 por ciento de los delitos que señala la investigación. Tenemos el 5.1 por ciento de la población y en las calles de la ciudad se robaron el 21.3 por ciento de los carros perdidos en Colombia en el 2013. Herencias de “los de la moto” y consecuencias de la demanda y la oferta en el valle donde más se carbura y más se sopla. Es seguro que la ciudad tiene el mayor número de presos por tráfico, distribución o porte de estupefacientes, una condena que confirma que la proliferación de jíbaros en la cárcel es el peor fracaso de la guerra contra las drogas. Nuestros “Puntos calientes” están sobre todo en el Centro. El acueducto llama “parrilla” al núcleo de sus tuberías en el centro de la ciudad y el nombre sirve para identificar los recorridos de las “neveras” del CTI. Una dirección para que piensen el tour y se tomen una gaseosa en la postura del investigador: carrera 53 entre calles 53 y 54, barrio Estación Villa, el punto más bravo para los muertos entre 2012 y 2013. Visite el sector, tal vez ahora esté un poco más tranquilo. “Y el que nada debe nada teme”, dijo el pastor de la esquina. Busque su paseo, con cinco mil en el bolsillo y los zapatos viejos, por Colombia entre carreras 52 y 51; los 62 metros preferidos para el atraco.
En todo caso nos queda la curiosidad en la seña de los criminólogos, algo así como geógrafos e historiadores del crimen fresco. Topógrafos, mejor. La idea es sacar la lupa a la calle y mirar ese ecosistema donde se mueven los bichos bravos. Ahora tal vez haya un poco más de actividad, los robos y las lesiones personales han crecido en las cuatro ciudades en los últimos años.
El rastreo que reúne los delitos demuestra que el índice de percepción de seguridad no es ningún embeleco. Se roba en el 10 por ciento y se teme en todas partes.