Es difícil hablar de estilo cuando alguien considera el propio casi un disfraz. Un antifaz de espejos invulnerables que conserva en las sombras a su dueño —y repelente sólo refleja al propio espectador—, que deformado y listo para un cómic cubre el rostro. Lo poco que de él se puede ver, ya que un gran sombrero tejido con foulard multicolor hace su parte. Así y con esa lógica pareciera jugar Nelson con su estilo tan primaveral y vital como tan desteñido y añejo.