Número 140 // Julio-Agosto 2024

Apócrifos para el señor K

Por FERNANDO MORA MELÉNDEZ
Ilustración de Camila López

Cien años hace que un joven de la judería de Praga, tras su jornada como empleado en una firma de seguros, urdió relatos que semejan pesadillas a plena luz, como ese en que a un tipo lo llaman a trabajar a un castillo, pero al llegar allí no se sabe quién o por qué lo ha contratado. Los infiernos portátiles de estos seres que tienen líos con el padre, con una culpa ciega, o con la justicia, en su mayoría no se publicaron en vida del autor, pero apenas Max Brod los salvó del fogón, desvelaron a devotos y a profanos. Sus raros purgatorios sorprenden al lector de a pie mientras críticos y exegetas aún tiran del ovillo para enredar más la pita. Y pese a ello, lejos de los tribunales del sentido, leer al señor K nos depara una renovada inquietud, acaso feliz, en la que se agradece un ingenio como el suyo que se ocupó de contar esos trances que hemos padecido alguna vez, en la antesala de un reclamo, entre ventanillas de una atroz institución o cuando intentamos demostrar, aves migratorias, que pese a ser colombianos, somos inocentes. Es cuando más de uno pensará cómo se llamaría lo kafkiano antes de Franz.

En su honor, dejamos a los lectores estas versiones, a la manera de otras plumas del bestiario literario, de uno de los pocos cuentos que mojó tinta cuando el señor K vivía, metamorfoseado en empleado.

Como se sabe, el manuscrito sobre la alimaña, escrito en alemán, dice así:

“Al amanecer, luego de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un horrible insecto”.

Ahora, juzguen ustedes las secuelas que la fábula prohija como hierbas silvestres que le roban sus nutrientes a la planta principal.

De mañana, ¿quién en un sombrío cuarto,

tras un sueño inconstante, no despierta

convertido en un grillo que replica

por qué debe chirriar como insecto

lo que no pudo cantar como alondra?

Emily Dickinson

***

Era inevitable. Acosado por la peste del insomnio, Gregorio Buendía se encontró una noche dando vueltas en la cama. Al amanecer, como si soñara despierto, solo necesitó un segundo para verse en el espejo convertido en un horrible insecto con cola de cerdo.

G.G.M.

***

A la mañana, ¿por qué no en la tarde? ¿Por qué en Praga y no en Colombia?, este país de endriagos y canallas donde un bello muchacho llamado Gregorio despertó al lado mío, convertido en un horrible bicho, un hijueputa escarabajo.

Fernando Vallejo

***

Antes que me hubiera aficionado a licor alguno, jugué mi corazón al yagé y me lo ganó la ocurrencia de amanecer convertido en una hormiga tambocha.

José Eustasio Rivera

***

Una bella mañana en Highbury, un joven antes agraciado por una bella fortuna despertó en el cobertizo, con un traje astroso que en principio no le hacía honor a su estirpe, pero como bien se supo luego, más que humano era una liendre aún no reportada para la ciencia y que, de seguro, no resultaba ser interesante para ninguna dama del condado, a no ser que…

Jane Austen

***

Por la yacija revuelta

del saturnal insomnio

Gregory Samsa despierta

Travestido en coleóptero,

Como lo pinta la fábula

Creyendo que esto es sueño

Cual Segismundo en celda

Pesadilla de Calderón,

Que en el alba es hórrido

Trocarse en cucarrón.

¡Albur!, ¡albur! ¡El raro albur!

Si pluguiera gritaría

Desde el hórrido lecho

¡Yo soy Samsa, y no un grajo cualquiera!

A las lides de oficina vine hecho

Ducho en libranzas y estipendios

¡El de gatuna testa y andar sombrío!

Nunca de antenas congénito

Ni con la panza hidrópica

y las ríspidas patas

de entomólogo escarnio.

¡Yo, señores soy Samsa

Y si vine al mundo en Praga

No por ello he de ser plaga!

León de Greiff

***

A las seis me despertó la sirvienta, y yo estaba sueñe que sueñe, a lo gogó, uno de esos sueños en que uno no es que pregunte quién es ni ninguna de esas tonterías, pero pailas si el que despierta soy yo, Gregorito Samsa, vuelto nada en una acera de la Sexta, y siente que no vas a salir nunca de ese viaje de hongos, y te quedás varado como tronco que lleva el Pance, antes de que llegue el tombo a patearte como a escarabajo pelotero para toda la vida, ¡ayayai, Micaela se botó!

Andrés Caicedo

***

Que nadie rebaje a lástima la conversión de un hombre en cucaracha. Pascal prefigura un horror opuesto, la del insecto trasformado en hombre. En el libro VIII de La Metamorfosis, Ovidio define que devenir en monstruo es tan trivial como cambiar de traje. Un sastrecillo es valiente si antes de ver el traje puede ver al monstruo. No así piensa Claudio Eliano, que prefirió el rebuzno por ironía, y Diógenes Laercio, que llamó al humano Animal bipes implume. Kafka prefiere despertar en insecto y no en Gólem como quería el rabino. La parábola es tan antigua como las etimologías. Plinio el Viejo soñó despertar siendo un somormujo que soñaba ser Plinio el Joven. Que otros despierten creyéndose dioses o adivinos. Kafka nos ha legado una fábula simple y no menos elusiva, la de ser cualquier cosa menos lo que merecemos.

J.L. Borges