Gotas amargas
JOHN GALÁN CASANOVA
Silva en el billete de cinco.
García Márquez en el de cincuenta.
Silva en el páramo
con el sol a las espaldas.
Gabo con los koguis
en Ciudad Perdida.
El poeta melancólico
con un abejorro, una abeja y una puya
como emblemas.
El novelista
entre mariposas
brotando de sus manos,
caracoles y un colibrí.
El poeta quebrado,
el Nobel regio.
Diez Silvas por un Gabo,
cada cual en su sitio.
Este poema hace parte del libro El inmortal, que se publicará próximamente.
El Hombre y su muñeca inflable
FRANK BÁEZ
el hombre sale con su muñeca inflable
suben a una guagua
se besan
él le dice cositas al oído
ella no dice nada
compran flores
caminan de la mano
fuman tabaco
él se quita las gafas oscuras
habla con un amigo
ella es amarrada de una verja
desde donde flota
mientras ellos hablan
ella no dice nada
van a los billares
bailan en las matinés
beben cerveza
miran juntos el crepúsculo
él le escribe un poema en una servilleta
ella no dice nada
alquilan una película
se acuestan juntos
él da las buenas noches
ella no dice nada
TANIA GANITSKI
No sabemos dónde van a caer los rayos. Puede ser que uno
vaya a atravesar una vaca en un potrero remoto o un gato
en un tejado cercano. Nunca he visto un animal electrocutado
aunque mi hermana sí habló del esposo de una amiga que
murió cuando lo tumbó un rayo en un campo de golf. Imaginé
el rayo partiéndolo en dos y tumbándolo doblemente. En un
campo de golf y en un potrero no hay donde esconderse. Para
nosotros, que no sabemos dónde van a caer los rayos, sería
mejor hacer de perro callejero, refugiarnos en los basureros.
Siempre nos hicieron salir de la piscina y del mar cuando llovía
Porque nos podrían rastrear los rayos. Yo no sé. El día en que
enterramos a mi abuela hubo una tormenta de rayos y es lo más
hermoso que he visto en un cementerio, de lejos. Puede ser que
un rayo atraviese un ataúd, electrocute al muerto y lo reviva.
A los cadáveres sin ataúd también los encuentran los rayos;
nosotros no sabemos dónde buscarlos.
