Archivo restaurado
Latina Stereo 30 años de Salsa y sabor
Octubre de 2015
Por SILVIA CÓRDOBA
Hanni-ba’al, o “quien goza del favor del rayo”, es el nombre de uno de los estrategas militares más grandes en la historia de la humanidad. Es en honor a este africano que se han bautizado los tres perros que ha tenido Latina Stereo en sus treinta años.
El primer Aníbal llegó a la casa de Latina como un regalo que les hicieron pocos años después de inaugurar la emisora. Se trataba de un Rhodesian Ridgeback, una raza surafricana grande, musculosa y ágil, como se podría imaginar a un general cartaginés de hace más de dos mil años. Como el estadista, Aníbal era un perro mañoso e inteligente que sabía invadir, robar y escapar. Durante varios cumpleaños de Latina, fue él, y únicamente él, quien disfrutó la torta de cumpleaños, pues siempre sabía cómo aprovechar el descuido de todos en la emisora para alcanzar su objetivo. Pero sus mañas iban más allá: también sabía hacer un movimiento especial con el que se sacaba la correa sin que el paseador pudiera hacer nada para impedirlo; este movimiento lo hacía, sobre todo, cuando salía a pasear y se encontraba otro perro con el que quisiera jugar.
Durante varios años Aníbal I fue el anfitrión de la casa; todos tenían que ver con él y lo sacaban a pasear, pero un día, a principios de los noventa, algunos de los músicos del grupo Mulataje salieron con el perro, como hacían cuando tenían ensayos en la emisora y, en un descuido, Aníbal vio a lo lejos otro canino e hizo ese movimiento que lo liberaría para el juego, se soltó, salió corriendo por la avenida Las Vegas, y no la alcanzó a cruzar del todo porque se atravesó en el camino de una buseta.
Con la muerte del primer Aníbal todos quedaron desolados, hicieron una fiesta en su honor, abrieron un hueco en el patio de la casa y se despidieron de él con los honores de un buen amigo; pero la casa estaba vacía. Al ver la tristeza colectiva, llegó Aníbal II, hijo de una hembra que había sido montada por Aníbal I, quien tal vez era su padre.
A Aníbal II todos lo recuerdan como el perro sexual. Su maña era “montar” a cualquiera, pero sobre todo, al borracho de la fiesta. Era tan montador Aníbal II que lo mencionan en una canción del Conjunto Clásico, cuando grabaron en concierto la canción Los Rodríguez y dicen “…un perrito blanco y negro que no pudieron llevar”, suena al fondo la frase: “y el perro se llama Aníbal”, pues en una de las vistas de este grupo a Medellín, el perro se la dedicó toda la entrevista a Ramón Rodríguez, uno de los músicos fundadores. Varios años después de esta visita, el Conjunto Clásico volvió a Medellín y a la emisora, y cuando vieron al can la pregunta inmediata fue si ese era el marido de Ramón. Aníbal II, cuya foto aparece en la imágenes anteriores del disco Zoonando de la Sonora 8, murió de cáncer a los diez años.
Desde 2012 en la casa de Latina habita Aníbal III, el Colimocho. Fue un regalo de cumpleaños para la emisora, y aunque a los Rhodesian Ridgeback no se les corta la cola, a principios de 2015 tuvieron que quitársela. Con la construcción de un edificio en uno de los pocos lotes baldíos que quedaban en el sector, una familia de zarigüeyas tuvo que desplazarse y encontró refugio en el patio de la emisora, donde ya había otra manada. En medio de la pelea territorial, Aníbal III hizo lo que le correspondía y entró en la disputa, pero alguna chucha le mordió la cola. Cuando ya estaba a punto de cicatrizar, él mismo empezó ansiosamente a morderse, hasta que hubo que cortarla para evitar una infección mayor. Como los otros dos Aníbales, este es un perro mañoso, inteligente y amigable, que camina libre por la casa, se roba lo que no es suyo, y saluda al que llega. Él es el jefe al que siempre hay que hacerle los honores cuando se visita la emisora, después de todo, Aníbal, cualquiera que sea su número, es el único que habita la emisora las 24 horas del día.
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