Teresita Gómez
—
Por Raul Trujillo
Teresita Gómez es pianista.
Mis amigos han querido hacerme un regalo y lograron convencer a la Maestra Teresita Gómez de hacerse un registro con Juan Fernando para esta columna. De años la conozco y sigo la trayectoria magnifica de esta mujer sabia que logra que su cuerpo sublime a la belleza cuando una y piano, como en un pas de deux —no son dos—, se hacen magia que inunda el corazón de quien escucha. Dicha y tesón, mucha pasión se siente cuando la escuchas. También he tenido la fortuna de compartir momentos mas íntimos con ella y me han acompañado sus interpretaciones de música antioqueña en la exploración que realicé de mis raíces epifitas ahora que estoy al sur.
Aquí y ahora, retenida para nosotros, no está en su medio. Es evidente que el carácter del artista se expresa mas allá del momento sublime de la interpretación; el artista es artista siempre y tiene su lenguaje personal. Teresita se ofrece en imagen para ser leída. Y vale que el hábito hace al monje. Los maestros que practican la meditación zen confeccionan su propio hábito y zafu —almohadón de algodón sobre el que meditan— y en ella los colores y las formas de su estilo reflejan una bella melodía genial, distinguida y particularmente atemporal.
Como las bellas mulatas, su piel no requiere de ungüentos y cosmética para lucir tónica y vital. El rostro sereno resplandece en aureola dorada de cestería fina en el sombrero de fibra natural. Es un asunto noble el saber llevar lo propio, lo más rústico, lo artesanal y darle altura. Altura de la Sierra Nevada de donde las mochilas son. En la comunidad arahuaca los hombres cuidan de la montaña sagrada que es el corazón de la tierra y la tierra es una con todos. Para expresarlo cotidianamente, llevan hojas de coca que mambean y es un gesto de saludo el poder introducir la mano a la mochila del otro y extraer un puñado, esperando que el otro se sirva de igual forma en un rito que mantiene abiertos los canales de confianza entre toda la comunidad. La que lleva al hombro Teresita es de fibra y los colores apenas si cambian, como los colores de la tierra negra de origen volcánico, en líneas dibujando horizontes que destacan el volumen y calidad del material.
En camisón de chifón, con pañuelo al cuello y al tono, coordinado, los interiores visibles de los zapatos de autor en la misma textura, con su modernas formas tulipán y simples de los 50, en una versión tuneada pin-up de animal print. Este tipo de calzado evidencia los sutiles cambios en los hábitos de consumo a nivel global. Los tacos han tenido, desde la serie Sex and the city, una nueva lógica de ser consumidos y varios creadores se han permitido propuestas muy particulares, con estilos liberados de los ciclos de la moda. Son objetos y rarezas atemporales que sus dueñas consideran tesoros personales y nunca dejarán de usar.
Del futuro la idea de una cómoda elegancia y la sincera verosimilitud del cuerpo real, en unos leggins de rib en alguna mezcla de algodón y elastómero que complementan el outfit y la harán sentir como una segunda piel cómoda, que en su idea de minimal —todo negro y ningún detalle— resulta anónima y multiocasional.