Número 146 Octubre de 2025
PALABRAS Y PALAVRAS
—
por ELISA ROLDÁN
A comienzos de 2025, viví un par de meses en Río de Janeiro. Allí el portugués dejó de ser la lengua familiarmente rara de mis canciones favoritas para volverse una respiración diaria: un territorio de curiosidad por el lenguaje y sus raíces, por la magia de la fonética que crea palabras con el viento, y por la experiencia de sentir en un idioma, en sus ritmos y sonidos.
Estos textos dan cuenta de ese cruce: entre el portugués y el español, entre Medellín y Río, entre la alegría de aprender a vivir en una nueva lengua de otros y el miedo de olvidar un poco cómo vivir en la vieja mía.
Engraçado
Oí engrasado, que en español se refiere a algo untado
de grasa, lleno de grasa, grasoso, sucio. En portugués,
engraçado es chistoso. La grasa de las cosas. La gracia de
las cosas.
Si traduzco engrasado al portugués, aparece oleoso.
Oleooooso. Me deslizo en la palabra, patino en la
idea, aterrizo en un cuerpo al sol, aceitoso.
Aceitoso en portugués es aceptable en
español: un acuerdo. Un acuerdo resbaloso. Con
gracia. Chistoso. Engraçado, agraciado, grasoso.
Un círculo.
Flor
Flor es Flor. Eso.
Ah, pero los pétalos: as pétalas.
Las pétalas.
Mujer la flor,
y también, mujer su ropa.
Perigoso
La advertencia: peligroso. En Ipanema, una vez más: perigoso. Al oírla sonrío y repito, en español: peligroso. Sé lo que tengo que hacer: guardar la cadenita de oro, no andar con el celular en la mano, tener cuidado de no terminar en la calle equivocada. Mi papá le cosió un bolsillo secreto a mi minifalda. Y pasan los días, y dentro de mí vibra más en portugués: Perigooooso, música, muito perigoso, me río. Me voy soltando, perigoooso. Y me roban, claro, pero bailando.
Morrer
Vamos, rápido, porque correr resuena.
No suena a final, ni a pausa. No presiento un cuerpo frío.
Un verbo.
Una tarea de la casa: barrer.
Vamos, dejando limpio lo que tocamos.
Morrer.
Morrendo.
En las favelas, alto y ansioso, sabido:
correr ou morrer, como hermanos enemigos,
y más abajo, en la arena, bajo el sol:
viver e morrer de placer.
En todo caso, instrucción: Morrrrrer.
Un sonido
increíblemente vivo
para decir que muero.
Chão
Oigo decir chão mientras pisamos el suelo descalzos.
Controlo el deseo de mover mi mano para despedir quién sabe a quién.
Me veo alejándome.
Pero la conversación avanza en un punto fijo,
nadie se mueve,
nadie se va.
Cuando lo entiendo, veo un árbol de cabeza,
una árbol: uma árvore.
Al portugués le gusta el viento.
Oigo susurrar a la tierra.
Miro al cielo buscando mis pies.


