En tiempos cuando todo parece efímero y los titulares duran un parpadeo, María Cristina Arango ofrece un catálogo de prensa histórica. Su libro Publicaciones periódicas en Antioquia 1814-1960. Del Chibalete a la Rotativa es mucho más que un inventario de publicaciones: es una guía para entender cómo se ha contado el mundo desde Antioquia durante siglo y medio. Arango no se limita a registrar cuántos periódicos hubo ni dónde se imprimieron, sino que ofrece contexto político, rastrea las intenciones editoriales, señala pistas del momento histórico.
Esta edición, ampliada y corregida, es una actualización de su ya valioso trabajo publicado en 2006, y también una oda a la paciencia investigativa. La autora -reportera, cronista, columnista cultural, archivista de oficio y vocación- escarbó durante años en bibliotecas, fondos documentales e incluso archivos extranjeros para reunir los nombres, perfiles e intenciones de más de un millar de periódicos y revistas antioqueños. Algunos de tono militante, otros religiosos, otros pensados para mujeres, obreros o lectores artesanos. Todos, en su singularidad, testigos de una época.
Aunque el contenido es amplio y minucioso, su obra no abruma. Es una herramienta útil y práctica para investigadores, periodistas, editores o curiosos. Tiene índices por nombre, cronología, autores, seudónimos y ubicación física de las colecciones. Además, lo acompaña una galería de imágenes de portadas que revelan estilos tipográficos, obsesiones visuales y guiños de época.
La prensa, nos recuerda Arango, fue y sigue siendo un espejo. Este libro invita a mirarse con detenimiento en él: a repasar lo que fuimos, lo que soñamos, lo que nos indignó y lo que dejamos por escrito. Es una manera de comprender cómo se construye una región en el papel y un llamado a la responsabilidad con la memoria. Un recordatorio de que lo impreso resiste y espera ser leído, clasificado, cuidado. Así lo escribe la autora:
“La dificultad para localizar algunas colecciones citadas para esta segunda edición nos motiva a invitar a quienes poseen acervos de prensa, por pequeños que sean, para que entiendan que en ellos hay una fuente inagotable de información para los investigadores de todas las disciplinas y den el debido cuidado que el patrimonio documental merece y requiere: una buena clasificación e índices, adecuado despliegue en anaqueles, conservación lejos del polvo y la humedad; en fin, tenerlos como lo que son, tesoro de la memoria de los pueblos y entregarlas a quienes las cuiden en forma adecuada antes de que se pierdan en el olvido, o se conviertan en reciclaje y no cumplan su misión de memoria documental” (p.16).
A continuación, tres fragmentos que presentan el modo como se despliega el contenido. El Correo de Oriente ofrecía literatura y noticias locales; Nosotras respondía a las demandas de las mujeres antioqueñas en los años 60; y El Soldado, uno de los periódicos más antiguos registrados, revela las tensiones políticas.