El 10 de octubre de 2021, durante la pandemia por el covid-19, un muro del Cementerio Central de Cúcuta se vino abajo y expuso bolsas negras llenas de restos humanos, que no se sabía si habían sido identificados o no. Fue un hecho fortuito que destapó un capítulo perdido del conflicto armado en Norte de Santander y que prendió las alarmas sobre lo que ocurrió por décadas en ese cementerio.
Al recorrer el lugar es común encontrarse con escenas dantescas: nichos abiertos, lápidas caídas, excavaciones en medio de los pasillos con bolsas que contienen cuerpos sin identificar, fosas comunes y cuartos con restos arrumados. También, una zona a la que escabrosamente los encargados del lugar llaman ‘La Piscina’, una especie de tanque al aire libre, en el que están desperdigadas más bolsas con restos humanos, sin ningún cuidado.
Todos estos hallazgos han ido surgiendo luego de las múltiples intervenciones del cementerio por parte de la UBPD y de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Esos trabajos han ido develando la dimensión del horror detrás de la violencia en esa zona del país y al mismo tiempo abren una serie de interrogantes: ¿cómo llegaron los cuerpos de cientos de personas allí? ¿Por qué la magnitud de esta fosa común pasó inadvertida por décadas? ¿Cuál es la responsabilidad del Estado en las irregularidades que acumuló el cementerio por años?
A pesar de los numerosos interrogantes que rodean al cementerio, ya se han establecido varias certezas. El Grupo Interno de Trabajo Territorial de Norte de Santander de la UBPD determinó que el Cementerio Central de Cúcuta “durante décadas ha sido el principal receptor de cuerpos de personas no identificadas e identificadas no reclamadas en el departamento”, según la respuesta a un derecho de petición enviado por esta alianza periodística. La UBPD señaló que al menos 770 personas que murieron de forma violenta entre 1985 y 2016 en el marco del conflicto armado —de los cuales una parte significativa proviene del Catatumbo, zona cocalera ubicada a casi 100 kilómetros al noroccidente de Cúcuta— terminaron en el cementerio.
Además, la entidad ha podido corroborar que un número importante de cuerpos de personas desaparecidas de Norte de Santander, Santander, Meta, Arauca y Caquetá fueron inhumadas en el lugar. Incluso, les han llegado solicitudes de búsqueda de Cali, Valledupar y Montería. En el Auto 053 de agosto de 2023, la JEP explica que la UBPD identificó una línea de investigación en la que se está examinando el ingreso irregular de cadáveres al Cementerio Central de Cúcuta entre 1999 y 2008. El Grupo de Trabajo de Norte de Santander de la UBPD le explicó a esta alianza periodística que escogieron este periodo porque concentra una parte importante de la desaparición forzada del departamento y que aún no se ha establecido cómo personas desaparecidas de otras regiones del país terminaron en el cementerio.