Pasarán algunos días antes de que su contacto, un hombre peruano que entrega la droga a traficantes brasileños, les pague y les diga que pueden regresar a casa. El pago depende del envío, y un grupo de cinco “mochileros” puede ganar alrededor de US$2.800 por transportar 75 kilos (165 libras) de cocaína. La tarifa depende de la distancia y el peso de la carga.
Los tres forman parte de las decenas de jóvenes que transportan drogas desde las áreas de producción en Ucayali a Breu, donde lanchas a motor, leves y de gran potencia, las llevan a ciudades brasileñas. Según los relatos de jóvenes que han sido detenidos, la policía en Brasil ha identificado varios puntos donde los “mochileros” peruanos cruzan la frontera y los traficantes esconden la droga.
Fuentes policiales dicen que el hombre que recibió el cargamento de los tres jóvenes “mochileros” acosa a líderes indígenas locales que denuncian la expansión del narcotráfico en la zona. Cuentan que en abril de 2022, durante un encuentro fronterizo de indígenas residentes en Perú y Brasil, se sentó afuera y grabó a los participantes. La policía decomisó su teléfono y borró las fotos y los videos, pero no presentó cargos.
La policía y los pobladores dicen que los traficantes ofrecen “muestras” de drogas a los jóvenes en pueblos pequeños y comunidades indígenas. También reclutan a jóvenes y a algunos adultos para que trabajen como guías de los transportadores de drogas que van a pie. Uno de los jóvenes asháninka dice que por 10 horas de caminata le pagaron 100 soles (alrededor de US$27). “¿Qué más se puede hacer aquí?”, pregunta. De hecho, el único trabajo es la agricultura de subsistencia o trabajos temporales ocasionales, en oficinas municipales. Además, hay pocas posibilidades de educación después de terminar la escuela secundaria o incluso la escuela primaria en algunas zonas.
Los “mochileros” hablan de usar sus ganancias para comprar tierras alrededor de Breu. “Puedes empezar un negocio. De esa manera no tienes que caminar y puedes ganar dinero fácilmente, sin tanto dolor en las piernas”, dice uno con una sonrisa. Otro agrega: “Un pequeño bar o una tienda. Puedes hacer un negocio de cualquier cosa. Solo necesitas el capital”.
Pero salir del negocio del narcotráfico puede ser mucho más difícil que entrar.
LOS PERUANOS VERMELHOS
Cuando María “cayó en desgracia”, como se refiere a su encarcelamiento en Pucallpa, no entendió del todo lo que había pasado. Cuando juntó las piezas del rompecabezas, que la llevó a una sentencia de cinco años, se dio cuenta de que el hombre de quién se había enamorado tenía algo que ver aunque no estaba segura de qué manera. Ella niega que aún tenga sentimientos por él y muestra las marcas de tinta con las que ha intentado borrar el tatuaje con el que la marcó. Es como tachar un error, pero en la piel.
¿Sabes quiénes son el CV? “Claro. Él también pertenece a esa red criminal”, dice.
“Ellos en verdad me aterran. Son personas (a las) que no les gusta la mentira. Son bien derechos en sus cosas. No utilizan celular, no utilizan nada de esas cosas. Simplemente llegan al lugar y las personas ya están ahí esperándolos”, dice María sobre los integrantes del CV. Ella lo vio de cerca, pero dice que nunca se involucró, por miedo y por amor. Al menos, eso es lo que ella creía hasta que la detuvieron.
En la prisión conoció a otra mujer que era parte del CV. Las dos tenían historias similares. “Es peligroso hablar de ellos. Se manejan por códigos”, dice María, y cita como ejemplo, tatuajes que muestran que una persona pertenece a la organización. Es uno de los muchos mecanismos que el grupo utiliza para controlar a sus miembros.
Cuando su compañera en la prisión se unió al grupo le dieron un código. “Ese código sigue activo, así esté presa. Esté donde esté, siempre va a estar activo y debe responderles”, agrega María.
Fuentes de la Oficina Regional de Inteligencia de la Policía Nacional confirman que los miembros brasileños del CV tienden a ser muy reservados y evitan exponerse. Utilizan operadores peruanos a los que vigilan de cerca. Además del tráfico de drogas, la organización criminal está involucrada en casos de sicariato y tráfico de armas, según fuentes policiales en Ucayali.
“A las mujeres, básicamente, las utilizan para transportar droga. Pero por hacer eso ya les perteneces”, dice María sobre el papel de las mujeres peruanas en la organización criminal. Cuando su compañera salga de la cárcel, “el CV sabrá. La van a encontrar y va a tener que someterse a lo mismo. Cuando entras ya no es fácil salir”.
El control del CV sobre el territorio en Ucayali no sería posible sin peruanos que se integran en la organización, como productores y operadores logísticos en la red de tráfico de drogas liderada por brasileños, quienes no dejan cabos sueltos ni permiten fugas. Ellos controlan toda la cadena, desde los insumos para la producción de pasta base de cocaína hasta la compra y transporte de la mercancía.
Y, sobre todo, controlan a sus miembros. Si un narcotraficante local intenta vender su mercancía a una organización que no sea el CV, lo descubrirán y le cobrarán la traición, dicen fuentes policiales. No es una cuestión de lealtad, sino una forma de control.
“Ellos controlan las rutas fluviales, los insumos químicos, tienen las embarcaciones para la logística”, dice un agente de la Oficina Regional de Inteligencia de la Policía. “Básicamente, ellos vienen a Pucallpa a abastecerse de insumos, los llevan al Abujao y se los venden a los patrones (narcotraficantes locales) que manejan los sembríos. Pero después los patrones tienen que venderles su producción porque no pueden moverla sin que ellos se enteren. Tienen puestos de vigilancia en los ríos y todo se avisan”.
María lo resume más sucintamente.
“Los CV lo saben todo”, dice. “Estar con ellos es como estar en otra prisión”.
Esa otra prisión se encuentra también en Ucayali. Aunque no tenga barrotes, no hay escapatoria. El grupo ha convertido esta región amazónica en uno de sus principales centros de operación y ha encontrado nuevos adeptos entre los peruanos.
¿Es posible salir del CV, María?
“De ninguna manera”, dice. “Solamente yéndose lejos. O muerta”.