Independiente de Argelia
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Por JUAN MANUEL TORRES ERAZO
Fotografías de Jhon Lasso
En el corazón del macizo del Micay, en medio de la adversidad y la violencia que ha plagado la región durante décadas, un equipo de fútbol está desafiando todas las probabilidades. El Club Independiente Argelia, compuesto por futbolistas sub-13, está dejando su huella en la liga del departamento del Cauca con una racha de once partidos disputados y once ganados.
Mientras tres aviones Kfir sobrevolaban las montañas de la parte alta del cañón del río San Juan del Micay, para disuadir a los grupos armados que llevaban quince días de combates, este onceno derrotaba a cuatro equipos diferentes en un mismo fin de semana en la ciudad de Popayán. Las minas antipersona, los enfrentamientos armados y las vías intransitables del sur del país son solo algunos de los obstáculos que deben sortear al salir a enfrentarse a clubes históricos de la capital y del norte del Cauca, donde han surgido jugadores famosos como Yerry Mina y Adrián Ramos.
Detrás de los logros de estos niños y niñas aparece una comunidad entera que ha encontrado en el deporte y la competición una forma de unión y resistencia, un propósito. Por esa razón el reciente éxito no es fruto de la casualidad, sino de un proceso de diez años que está derribando barreras con cada gol marcado.
La espina que se convirtió en semilla
Inspirado por Messi, Xavi e Iniesta y por el fútbol académico, Juan Carlos Adrada decidió desarrollar su trabajo de grado en Administración de Empresas montando un modelo de club de fútbol. Buscó en Popayán a alguien dispuesto a escuchar su concepto para llevarlo a cabo y un equipo de barrio le entregó el grupo más débil de niños de una categoría, apodados “las verrugas”. En apenas unas semanas, este “equipito” demostró su potencial en un partido de entrenamiento, superando al cuadro titular del colegio Camilo Torres en marcador y juego.
La idea de un club propio rondaba entre Juan Carlos y un grupo de amigos que también estaban terminando su universidad. Los llamados llegaron desde Silvia, Cauca, a donde Nestor Aquite se había ido a estudiar entrenamiento deportivo, un zurdo, una rata para jugar al fútbol, nacido en Santander de Quilichao. Así fue que llegaron en 2012 a la zona indígena misak, eran cuatro jóvenes surcaucanos y uno del norte del Cauca, huyendo de sus rutinas para perseguir el sueño de que el deporte transforma vidas, para crear el Club Jaime Garzón que hasta el año pasado estuvo en competencia.
El camino no fue fácil, después de montar el club tenían que mantenerlo, faltaban recursos para uniformes y balones. Entre rifas, recolectas y donaciones aprovecharon la infraestructura pública y los escenarios deportivos de los colegios para probar que el juego funcionaba. En esas circunstancias surgió el drama que significaba para sus familias ver a sus hijos emprendiendo una locura en vez terminar sus carreras e irse a trabajar en sus profesiones. De obstinados se quedaron dos años en Silvia.
La vida les cambió a Juan Carlos Adrada, Diego Hoyos, Alexis Fernando Hoyos, Mauricio Erazo y Nestor Aquite al llevar a la práctica el método con mucha gente, irrumpiendo en la cotidianidad de un pueblo con categorías sub 10, 12, 13 y 17 hombres, y sub-17 mujeres. “La magia era que armábamos rombos, una estructura que se mantiene para atacar y defender, es un modelo de juego con figuras en las que tu posición depende del otro”, dice Juan Carlos recordando.
Los profes del Club Jaime Garzón se hicieron a un lugar en el mundo del fútbol de Silvia, Cauca. En cierta ocasión, de la vereda Santiago del resguardo de Guambía los buscaron para que entrenaran al equipo misak que competía en un campeonato indígena de la zona. Llegaron a la final, el equipo que entrenaron ganó la copa y ese partido lo cubrió Señal Colombia. Así narra ese momento Juan Carlos: “Ellos mismos advertían que el fútbol mostrado era distinto, que no era tirar la pelota a cualquier lado, sino que había conceptos, se notaban los rombos, las figuras geométricas. Los comentarios de la gente que estaba viendo el partido en otros países decían que acababan de ver un partido de la Premier League y que ver a los indígenas jugando a un estilo parecido era impresionante”.
En realidad, la magia fue la espina que le quedó clavada a Diego Hoyos. A mediados de 2013, luego de dejar Silvia, se devolvió para el cañón del Micay a ser profesor de sociales del colegio del corregimiento de Sinaí, en Argelia. La espina se convirtió en Semillas del Micay, una iniciativa pensada para varios deportes, cultura y la parte mental que en octubre de 2014, con catorce fundadores, se conformó como club deportivo, artístico y cultural.
Este instrumento de intervención y formación duró cuatro años en un ambiente político hostil, la alcaldía de ese entonces no les apoyó y consideró a Semillas del Micay un rival. Pero dejó un legado en lo organizativo y en el reconocimiento legal, siempre con la firme convicción de especializarse en fútbol, de verlo con sentido empresarial, de enfocarse en categorías de adolescentes, niños y niñas. Con Semillas compitieron en el Pony Fútbol en dos ocasiones en los zonales de Popayán, se hicieron a un nombre en la región y consolidaron un grupo de profesores y nuevos dolientes.
Renace el Club Independiente Argelia
La semilla germinó en Juan Gabriel Pinto Rebolledo, un ser disciplinado, metódico y con gestión. Recogiendo lo del fútbol transformador, en 2019 planteó la idea de revivir el histórico Club Independiente Argelia que llevaba veinte años sin ondear banderas en las canchas de las semanas deportivas, los torneos de verano que tanto atraen de este municipio.
“La numerosa hinchada del Independiente Argelia siempre se destacó por su gran apoyo al equipo y fue gracias a ese empuje y apoyo que el equipo logró coronarse campeón en muchas ocasiones. Alicia Pérez y Alba Nelly Arcila se destacaron como las más fieles madrinas de esa época”, narra Laurencio Muñoz Rico, profesor y exjugador del club, en sus crónicas sobre las épocas de gloria de los setenta y de dolor en los ochenta cuando seis de sus integrantes fueron asesinados.
Juan Gabriel está convencido de que nada de esto es un accidente, afirma que es un proceso de varios años con grandes esfuerzos para tener chicos y chicas con competencia a nivel departamental y nacional. Los resultados hablan, han podido cosechar en el torneo de la Liga Caucana. Así lo expresa Juan Gabriel: “Llevamos más de ocho años en este tema, con la actual alcaldía se han abierto puertas, pero aún seguimos en la lucha del reconocimiento de los clubes deportivos y las organizaciones deportivas. En el 2021 se creó la tasa prodeporte, pero se sigue en la lucha para que se apoye más este tipo de proyectos en torno al alto rendimiento. Pensamos que podemos hacer un poco más, creemos que la inversión debe estar en los chicos…”.
Argelia, Cauca, el municipio más golpeado por la guerra
En julio de 2022 la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas presentó el informe “Violencia Territorial en Colombia: Recomendaciones para el Nuevo Gobierno”. En medio de un incremento de la violencia ejercida por diferentes grupos armados desarrolló “un índice para identificar algunos de los municipios más afectados por la violencia en 2021, utilizando cinco variables relacionadas con la violencia que generan preocupación: 1) homicidios de personas defensoras de derechos humanos verificados por la Oficina; 2) masacres verificadas por la Oficina; 3) tasa de desplazamiento reportados por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) por 100.000 habitantes; 4) tasa de confinamiento reportados por OCHA por 100.000 habitantes; y 5) asesinatos de excombatientes de las FARC-EP reportados por la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia”. En dicho índice de impacto de violencia Argelia quedó de segundo detrás de Tumaco y por delante de Roberto Payán, Buenaventura, Santander de Quilichao, Tuluá, Puerto Leguízamo…
En el periodo posterior al Acuerdo de Paz con las Farc, el municipio de Argelia es el más golpeado en el Cauca por las violencias crecientes, la presencia de cultivos de coca y la injerencia de grupos armados. En el año 2020 Argelia registró 78 homicidios, según el Instituto Nacional de Medicina Legal, por encima de la capital Popayán (75) que tiene diez veces más habitantes. En el 2021 repitió el mismo número de homicidios, 78 para un municipio al que el Dane le reconocía para ese año 26 800 personas (son más por supuesto), lo que arroja una tasa demencial de 291 homicidios por cada cien mil habitantes.
A inicios de marzo un helicóptero aterrizó en la cancha del estadio y desembarcó un grupo de soldados, los deportistas reclamaron por el daño que causa cada vez que una máquina de ese poder y tamaño se posa en el lugar donde rueda el balón todas las tardes, en la bomba central en la que comienzan los partidos que juega el Independiente Argelia como local. La guerra está en furor entre el frente Carlos Patiño del Comando Coordinador de Occidente del declarado Estado Mayor Central, que domina la parte baja del municipio, versus la alianza entre el frente José María del ELN y el frente Diomer Cortés de la Segunda Marquetalia que soportan el embate en la zona media.
Hay equipo, hay comunidad
Hasta hace pocos años difícilmente un jugador de Argelia llegaba a integrar el equipo de la selección Cauca. Desde hace cinco años continuos, en categorías de hombres y desde hace un par en las mujeres, se ganan cupos para representar al departamento. Daniel Torrecilla, Alejandro Bernal, Camilo Ijají y Liyen Andrea Rúa han estado en selección Cauca año a año en competencia a nivel departamental y nacional.
Niños como el delantero Jhon Nei-mar Casanova reconocen lo que han aprendido: “Me muevo más rápido y me posiciono mejor. Me motiva cuando mi papá me está viendo jugar, lo que sueño para el club es que tenga grandes jugadores y salga a jugar lejos”. Duwin Narváez, el portero, dice que sueña en grande, quiere ser profesional y llevar trofeos a su pueblo, que el Club Independiente sea reconocido. Así se repiten relatos de amor por el club y el camino que los lleva por la senda de ganar jugando con ímpetu y aplomo de un equipo serio.
Las madres y los padres acompañan este esfuerzo. La economía no está fácil y siguen haciendo de todo para salir a respaldar a sus hijos, que a veces juegan varios partidos seguidos para aprovechar la salida en un fin de semana. La familia no deja de gritar, de grabar y de soñar en conjunto, alentando en la cancha como lo vemos en las rudimentarias transmisiones en la página de Facebook del club en las que es claro el dominio sobre los rivales.
Lo que pocos saben es lo que camina en el trasfondo de cada remate, de los impactos positivos que fomentan la solidaridad y el espíritu de equipo. Como dice una de las futbolistas: “Cuando piso la cancha dejo atrás todas las preocupaciones y miedos que me acechan fuera del campo. Soy una jugadora más del Club Independiente Argelia, un equipo que ha demostrado que la adversidad no es rival para nuestra pasión por el fútbol, para nuestra lucha por alcanzar nuestros sueños, a pesar de todas las barreras que nos rodean”.
Para hacer la diferencia no es necesario aguantar tanto
Es una verdad de Perogrullo decir que es importante invertir en el desarrollo deportivo de las comunidades rurales y marginadas, para fomentar el talento local y promover el bienestar y la integración social. Que hay necesidad de mayores inversiones en infraestructura deportiva, de una política extensiva con el apoyo de comunidades y empresarios, para no permitir que clubes como el Independiente Argelia desaparezcan.
De todas formas, no se debería soportar tanto, llevar el peso tan intenso y tan dañino de la guerra que azota al cañón del Micay, para que puedan jugar libres en canchas y campos, no como resistencia sino por el placer de buscar sueños y motivos. ¿Será la Paz total una oportunidad u otra condena?
Por ahora están esperando las próximas fechas para mantener su racha de partidos invictos y con el objetivo de participar en el torneo nacional de la Difutbol, dando pasos hacia adelante mientras otros se revuelcan en lo belicoso. Para este grupo la pelota es su escudo, el estadio su refugio y el fútbol su arma más poderosa. Y así seguirá hasta que los gritos de gol sean más fuertes que el ruido de las balas.
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