Érase una vez un poeta
que caminaba por la Oriental
bien llamada avenida Jorge Eliecer Gaitán.
Respiraba el aire enrarecido y apocalíptico
del smog y el misterio
y oía las capas sonoras
de los pregones de fruta, verdura,
pequeños electrodomésticos
y algunos estupefacientes.
De un momento a otro
un sujeto le saca un puñal al poeta
y le dice:
entrégueme lo que lleva encima
a lo que el poeta responde
no tengo un cinco ni papeles
A lo que el ladrón responde
¿cómo va a andar sin papeles en el trocen?
A lo que el poeta responde
eso es para la gente y yo si acaso
A lo que el ladrón responde
Yo tengo estas tres cédulas
que me golié,
para que se haga a una identidad
y no ande con esa desnudez estatal
A lo que el poeta responde
listo, camarada
A lo que el ladrón responde,
mientras saca el rectángulo de polipropileno,
vea, esta le luce
queda como todo un señor, bien titino.
A lo que el poeta responde
ahora sí que se tenga la vida real
A lo que el ladrón responde
nos vemos, pues, señor
Jhon Fredy Gómez Atehortúa
A lo que el poeta responde
con su bendición.
Y después del bautizo de fuego
ambos se despidieron
junto al busto cansado de Gaitán
en medio del hervidero
de una multitud de cristianos.