Con el corazón en la cultura

No es tan ajena la relación entre los empresarios antioqueños y la cultura.  Bien conocida es la historia de Gonzalo Mejía, que a pesar de fundar la primera empresa de aviación colombiana y la más grande de taxis en Medellín, siempre tuvo el sueño de hacer cine. Y lo cumplió. Produjo Bajo el cielo antioqueño, la primera película hecha por estos lares, y fundó teatros en varios lugares del departamento, y distribuyó películas. O Diego Echavarría Misas, que aunque tuviera empresas y las administrara bien, gozaba más fundando bibliotecas y barrios obreros, y ayudando a artistas y coleccionando obras de arte. Empresarios con sensibilidad social, que no fueron la excepción.

Por eso, cuando la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia se asentó en el centro de la cuidad, con su edificio de 32 pisos y 139 metros de altura, supo que era fundamental, indispensable, un espacio para la cultura. Que el empresarismo, el desarrollo social y la promoción del talento artístico no podían separarse. Entonces construyó, anexo, el Edificio de la Cultura, inaugurado en marzo de 1984, uno de los espacios más vitales para las artes en el departamento. Allí hemos visto, en casi cuarenta años de actividad imparable, exposiciones, ciclos de cine, conferencias, conciertos de artistas consagrados y emergentes, espectáculos de danza, en fin. Allí se recoge una de las pinacotecas particulares más importantes de la ciudad, con cuadros de Rafael Sáenz, Francisco Antonio Cano, Lola Vélez, Horacio Longas, Jesusita Vallejo, Ethel Gilmour, entre otros, y que abarcan un amplio rango que va desde el arte colonial al siglo XXI. Y allí se encuentra, en el sexto piso, la emisora 95.9 Cámara FM, desde donde hemos escuchado programas culturales y susurros de músicas alternativas por años. Además: ya son treinta años del Premio Nacional de Novela y Cuento, uno de los más importantes del país; además: ya son nueve versiones de la Convocatoria Nuevos Talentos en el Arte, que ha permitido visualizar a jóvenes artistas plásticos.

Cuando llegó la pandemia –esa sorpresa a todos–, el planteamiento fue cómo no parar, cómo unirnos de otros modos, cómo apoyarnos. No solo en eso que la Cámara ha hecho por 116 años, que es acompañar a los empresarios, sino en eso otro que también hace parte de su ADN: el vínculo con la cultura.  Así que mientras por un lado se aportaron $1.450 millones para contribuir en mejorar las dotaciones de hospitales y apoyar a pequeños empresarios durante la crisis, por el otro se fortaleció la relación con 19 entidades para ofrecer una agenda cultural sin costo para la comunidad, programando más de 70 actividades virtuales y llegando a más de 17 mil personas. Al mismo tiempo se abrieron los micrófonos de la emisora para que los empresarios pudieran promocionar sus productos de forma gratuita y se acompañó a empresas culturales para el manejo de protocolos de bioseguridad.   

El salto a la virtualidad fue un cambio del que tuvimos que aprender. Y no todo, hay que decirlo, fue para mal. “La cultura no tiene por qué reñir con el entorno digital, al contrario: es una oportunidad para democratizar los contenidos, para llegar a muchos más públicos”, explica Claudia Medina, directora de Relaciones Públicas en la Cámara. Entonces se ampliaron los conversatorios, los cursos y conciertos virtuales. “También hay que aprender cómo ese entorno digital en el ámbito de la promoción es importante”. Y se potenció el programa Vitrina empresarial, mediante el cual los empresarios, incluidos los de industrias culturales, pueden vender sus productos y servicios mediante una plataforma digital.

En medio de todo esto había una claridad: ahora más que nunca, en tiempos de distanciamiento o encierro, la actividad cultural es necesaria para todos. Lo dijo recientemente Lina Vélez de Nicholls, presidenta ejecutiva de la Cámara, en el Encuentro de Afiliados: “Nunca antes el ser humano había necesitado un contacto que nos aporte tanto al espíritu, a la paz, a entender la trascendencia”. Desde luego, nos hacen falta los espacios (esa “estampa vital” de la ciudad, como llamara el escritor Fabio Botero al edificio de la Cámara), pero la cultura va más allá. #Juntosnosrecuperamos es la frase que repetimos por estos días. Y para recuperarse, para volver a ser, la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia sigue teniendo en el corazón a la cultura.