Número 142 // Diciembre 2024

Vitrina en navidad

por MARÍA ALEJANDRA BUILES
Archivo Fotográfico BPP

Familia humilde mirando una vitrina en Navidad. Foto: Horacio Gil Ochoa, 198?.

La Nochebuena todavía no llega. Los niños guardan la ilusión del aguinaldo, un carrito nuevo, una muñeca de moda y un par de zapatos que cubran sus pies descalzos. Todo el día sortearon la vida de acera en acera, a punto de perder el espíritu, en pleno jolgorio navideño. Ahí están, abstraídos en sus deseos, dándole la espalda al lente que, en una fracción de segundo, sin avisar, eterniza el momento en una calle del Centro de Medellín.

El artífice de la captura fue Horacio Gil Ochoa, una leyenda del fotoperiodismo en Colombia. Aunque el ciclismo fue el oficio que catapultó y visibilizó las imágenes de Horacio en el mundo, su faceta social y antropológica ha pasado injustamente inadvertida. Ese aspecto de su obra le permitió mostrar –con gran sutileza y astucia– la ciudad desde su entramado arquitectónico, festivo y cultural, pero, sobre todo, desde una óptica sensible que se aleja del lugar común y atiende, a través de la imagen, a sus realidades.

El gesto de los retratados queda al otro lado de una ostentosa vitrina –a la imaginación de quien mira la foto–. ¿Qué develan sus gestos? ¿Cómo son sus rostros? ¿Una madre sola? ¿Una hermana mayor? Saltan las preguntas y las hipótesis ante lo que oculta la imagen. La mujer aparece en el centro de la composición, con el pelo a medio recoger, ataviada de harapos, sosteniendo un par de talegos. A su lado, tres niños, de edades similares, la rodean; uno de ellos, el más pequeño, lleva un tarro grande en la mano. ¿Espera que alguien deposite un regalo?

Frente a los cuatro se impone una lámpara suntuosa que alumbra con incandescencia los objetos exhibidos, dispuestos en entrepaños. Ellos esperan, posan, guardan distancia ante lo inaccesible, como quien busca con los ojos lo que no puede alcanzar. El título es simple, pero contundente: “Familia humilde mirando una vitrina en Navidad”. El fotógrafo, desprovisto de cualquier vanidad narrativa o poética, expresa la intención del motivo fotográfico: revelar las desigualdades sociales que entraña la ciudad. La vitrina, como objeto de consumo navideño, choca con una familia que atraviesa sin rumbo las calles.

Esta captura manifiesta, además, el deseo de exaltar y resaltar lo que pasa desapercibido ante cualquier ojo. Como dice Sontag: “Fotografiar es conferir importancia”. Con la pasión de un poeta y la técnica de un fotógrafo avezado, el autor le otorga relevancia a lo que nadie más ve. No es casual, entonces, que los títulos de sus fotografías contengan, casi siempre, un fragmento de lo que quiere reafirmar, frases cortas y decisivas que entran en un juego conceptual con lo que muestra la imagen.

Gran parte del corpus fotográfico de Horacio Gil, que explora situaciones del proscenio urbano, fue registrado en las décadas de los ochenta y noventa. El fotógrafo no fue ajeno a su entorno ni a la situación social que vivía Medellín en ese entonces. Todo lo contrario, encontró en sus bordes la posibilidad de ser un fiel observador de la desdicha social.

Hay quienes dicen que los fotógrafos persiguen lo bello; Horacio, además, iba detrás de lo conmovedor. ¿A quién no le mueve las fibras una mujer desprotegida con sus hijos mirando lo que no pueden tener en Navidad? La escena, de golpe, sacude. Y como dijo alguna vez el mismo fotógrafo: “No hay necesidad de decir nada, porque nuestros ojos lo dicen todo”.