XIII
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HELÍ RAMÍREZ
Entre las cosas que la técnica industrial ha producido,
la nevera es un artículo de primera necesidad en la casa.
Sin ella los alimentos se dañarían en pocos días,
en quizá horas.
Si no existiera la nevera,
sin duda alguna los más perjudicados seríamos
los de las comunas pues comeríamos cuatro, cinco días,
y el resto del mes se viviría del clima
que desnutre y embrutece.
La nevera es una reina en la familia: conserva
Los frisoles hasta ocho días;
En su vientre la carne no se descompone,
y una sopa puede conservar su sabor hasta dos días.
En su rincón en la cocina, la nevera
impone su presencia sobre los demás objetos.
La mayor tristeza en una casa es abrir la nevera
y verla vacía, y se puede decir que abriendo
la nevera se sabe lo que se come. Por eso es muy
feo llegar a una casa de visita y abrir la nevera.
Una nevera sin alimentos en sus compartimientos es triste nevera.
La nevera tiene corazón, un corazón invisible.
Con la nevera se tiene hielito
para una sed de rumba.
La nevera es la reina de la casa, y que me perdonen
la estufa y la plancha, el equipo de sonido,
la licuadora y el televisor.
Una nevera es una nevera. Con ella el mercado
más rinde, ahora que la mujer tiene que guerrear
hombro a hombro con el marido para mantenerla
surtidita, con los alimentos gozando de buena
protección para por la tarde, cuando se llega a la
casa a descansar, no es sino llegar a calentar y a
comer, lo que hace la nevera sea una mujer gorda
en la cocina con la cual somos desagradecidos: se acaba
y no se le dan las gracias por conservarnos de comer
los alimentos en su sabor.
Por la nevera doy la batalla en este planeta o en otro.
Con cariño, a la gordita de la cocina
cuido sus cauchos interiores y la descargo para
darle su descanso de mes a mes.