La consolidación de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia en el corredor del Nudo de Paramillo y el reacomodo de un reducto de disidencias de las Farc, junto a los vacíos en la implementación del acuerdo de La Habana, mantienen a las familias atrapadas en una contienda por el control de ese territorio.
Las armas y el incumplimiento estatal desplazan a la paz en Ituango
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Por El Armadillo, Rutas del Conflicto y La Liga Contra el Silencio
Fotografías de Juan Luis Londoño
A las 9:05 de la mañana del domingo primero de agosto seis chivas repletas salieron del parque principal de Ituango con cerca de 400 campesinos. Fueron los primeros que decidieron regresar a sus veredas diez días después del mayor desplazamiento en la historia reciente de Antioquia. En el pueblo se escuchó una tímida ovación.
Si el desplazamiento lo propició una disidencia del frente 18 de las Farc con mensajes intimidatorios a los presidentes de las juntas de acción comunal, el regreso se concretó en una especie de “golpe de estado”, cuando las comunidades se rebelaron ante sus líderes —que se oponían al retorno por considerar que no había garantías— y decidieron volver a sus fincas.
“Tiene que quedar claro que no fue una decisión de los líderes o presidentes de junta. Las comunidades presionaron para volver porque estaban cansadas y sabían que, aunque hubiera promesas y acompañamiento militar, nunca habrá garantías totales y la incertidumbre de perderlo todo aquí lejos también era mucha”, dijo uno de los líderes, mientras verificaba que los desplazados dejaran en las mejores condiciones posibles la sede educativa Antonio J. Araque que les sirvió de albergue.
Entre ese domingo y el martes 3 de agosto 4.099 personas —45 pertenecientes a la etnia embera eyabida—, provenientes de 32 veredas, regresaron a un territorio que se disputan las disidencias y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), conocidas también como Clan del Golfo.