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Cuba se encuentra ahora mismo en crisis. En una crisis dentro de las múltiples crisis que ya se venían viviendo desde que colapsó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a inicios de los noventa. Hay crisis en los sistemas de educación y salud, crisis poblacional por la baja natalidad y el envejecimiento, crisis migratoria, crisis institucional, crisis en la producción de alimentos, crisis en el fondo habitacional, crisis en la política. La mayoría de la gente no vive sino que sobrevive. Sin embargo, en el último año, con la llegada de la pandemia del coronavirus, la gran crisis nacional se ha agudizado.
El discurso oficial responsabiliza a las sanciones del embargo que el gobierno estadounidense impone a Cuba. Desde su óptica, eso es, en esencia, lo que justifica que las familias deban hacer varios días de cola para comprar alimentos y se violen constantemente los derechos humanos. Los opositores no son considerados ciudadanos con derechos civiles y políticos sino amenazas a la seguridad nacional. Actualmente hay más de 145 prisioneros de conciencia en el país, más de 200 personas con prohibiciones para viajar al exterior, una lista indeterminada de desterrados a quienes se les niega la entrada al país en que nacieron, y decenas de artistas, periodistas y activistas bajo acoso constante de la Seguridad del Estado. Y el gobierno sostiene que toda esa represión es para defenderse.
El mes de abril que recién terminó fue uno de los más tensos del año en curso. Justo el día 30 ocurrió una protesta pacífica en Obispo, una de las calles más concurridas de La Habana, en solidaridad con el artista Luis Manuel Otero Alcántara, que se encontraba en huelga de hambre y sed, y trece personas resultaron detenidas. Todavía el 6 de mayo, siete se encuentran privadas de su libertad, aunque todas están siendo procesadas por los presuntos delitos de “desorden público” y resistencia al arresto.
Luis Manuel, líder del Movimiento San Isidro, quien ha sufrido decenas de detenciones, encarcelamientos y vejámenes por parte de la Seguridad del Estado en los últimos años, había empezado su huelga el 25 de abril, porque días atrás las autoridades cubanas, en contubernio con grupos vestidos de civil, habían allanado su vivienda mientras él realizaba un performance y se lo habían llevado detenido, junto con otra artista. Pero el allanamiento no se quedó en la detención. Quienes irrumpieron a la fuerza en la vivienda también se llevaron las obras que él tenía colgadas en ese momento y estropearon algunas. Un vecino pudo filmarlo todo y el video pronto se volvió viral en las redes.
Y una vez que estuvo en libertad, si es que sus circunstancias se pueden considerar así, porque justo frente a la puerta de su casa hay una cámara instalada y la policía lo encarcela cada vez que estima conveniente, Luis Manuel comenzó a exigir en sus redes que le devolvieran las obras, que se le indemnizara por los daños ocasionados a sus obras, que el presidente Miguel Díaz-Canel le pidiera disculpas públicamente, que cesara la represión policial y que respetaran el derecho de los artistas a crear libremente. Pero cada vez que intentaba salir de su casa, lo detenían por varias horas. Declararse en huelga de hambre y sed fue la única salida que encontró para defender sus derechos. Su segunda huelga de hambre y sed en menos de seis meses. La anterior había sido en noviembre, también en reacción a la violencia política, aunque no la había hecho solo.
A los dos días de la protesta en Obispo, una vez más la policía allanó la vivienda del artista, que entraba en el octavo día de huelga, y se lo llevó a un hospital, donde aún ahora, en el momento en que escribo este texto, se encuentra ingresado. Solo familiares cercanos han tenido acceso a él y los alrededores del hospital se encuentran militarizados. Según los medios oficialistas, controlados por el Partido Comunista de Cuba, la huelga fue falsa. El mismo día en que lo ingresaron, el perfil en Facebook de una supuesta enfermera del hospital publicó un video de Luis Manuel en el que se ve el momento en que se baja de la ambulancia y entra al centro de salud mientras un médico lo aguanta por el brazo. Sin embargo, dos días después, también en Facebook, un médico publicó otro video en el que sale con el artista y sostiene que le estaban ayudando a recuperarse.
No se sabe mucho más sobre su situación. Hasta ahora nadie ha reportado haber entrado en comunicación con Luis Manuel, ni él ha publicado nada directamente desde sus redes, por lo que se asume que se encuentra aislado y sin acceso a tecnologías para conectarse. Mientras, las redes sociales se han convertido en el mayor espacio de debate y manifestación, pues los artistas, activistas y periodistas independientes más visibles se encuentran en arresto domiciliario, y muchos con los servicios de telefonía e Internet interrumpidos. Y no se avizora una luz al final del túnel.
La posición del gobierno parece ser inflexible en el tema de los derechos humanos. Sus agentes no matan de manera indiscriminada cuando se logra una protesta en un espacio público, como la del 27 de noviembre frente al Ministerio de Cultura, por ejemplo, pero criminaliza y acosa impecablemente a todas las personas que participan o que expresan un discurso crítico. Controla la policía, los tribunales, la salud, la educación, la mayor parte de la prensa… Absolutamente todo. Y en la imaginación nacional, solo hay una manera de resolver todas las crisis existentes: emigrando. Cuba se ha convertido en un sálvese quien pueda. También yo, hace cuatro meses, elegí salvarme. Cuando escribo este resumen de lo que ha pasado en el último mes en Cuba, como si lo hubiera vivido todo, termino otra jornada de trabajo en Madrid, y no sé si un día volveré a la Isla o si me dejarán volver.